domingo, 29 de marzo de 2009

Gaudi

“Nosotros poseemos la imagen. La fantasía viene de los fantasmas. La fantasía es de la gente del Norte. Nosotros somos concretos. La imagen es del Mediterráneo. Orestes sabe adónde va, mientras que Hamlet divaga perdido entre dudas”.

GAUDI

A pesar de ser uno de los arquitectos mas prestigiosos de todos los tiempos, Antoni Gaudi vestía como un menesteroso y vivía con la austeridad de un ermitaño.
De hecho, cuando fue arrollado por un tranvía, le confundieron con un indigente y fue conducido a un hospital de la beneficencia, donde murió unos dias mas tarde.


lunes, 23 de marzo de 2009

chips y oscars

He estado estos dias en Madrid, donde tuve la oportunidad de acudir al estreno de la última película de Almodóvar y la posterior fiesta en el Círculo de Bellas Artes. Alli me reencontré con Penélope Cruz, después de largo tiempo sin vernos.

La última vez que estuvimos juntos fue hace unos diez años. Habíamos quedado unos cuantos, entre los que se encontraban Pe y Mo, para acudir a un concierto de B.B. King y Raimundo Amador en la Plaza de las Ventas. A mitad de la actuación, Penélope me miró a los ojos con esa expresión suya tan cautivadora y me preguntó sin rodeos:
“¿quieres patatas fritas?” Yo dudé unos instantes, abrumado por lo directo de la propuesta, pero me armé de valor y le respondí solemne

“Si, quiero”. Ella se levantó a comprar el paquete de patatas y a su regreso me hizo entrega del mismo, dando yo cuenta de su contenido con gran celeridad. Para los incrédulos, aporto como prueba irrefutable la bolsa de patatas que me regaló, en soporte fotográfico.

Como os decía, la semana pasada volvimos a coincidir en el preestreno de Los abrazos rotos. Nos miramos y nos reconocimos inmediatamente. No intercambiamos ni una sola palabra. No hacía falta. En sus ojos almendrados pude leer claramente el mensaje: “
Joder, ya está aquí otra vez el de las patatitas. Y yo que pensaba que ya me habia librado de él. La próxima vez pido una orden de alejamiento”.


lunes, 16 de marzo de 2009

castell

Hace tiempo hice otro viaje a Barcelona con Miguel Ortiz. Alli asistimos a una de esas exhibiciones de castellets humanos que se suelen hacer en Cataluña.
Una colla castellera se compone varios pisos culminados por un niño llamado anxaneta.
Los castellers tienen un lema: "Fuerza, equilibrio, valor y juicio".


Este lema resume las características de un buen castell. La fuerza se demuestra en la piña o piso inferior. Se compone de personas corpulentas y, aunque su labor es menos vistosa, es la sólida base que sostiene toda la torre.

Pues bien, Miguel y yo observábamos la colla como meros espectadores, pero en cuanto nos vieron los organizadores, nos invitaron a participar en la piña. Seguramente les habia impresionado no solo nuestra extraordinaria corpulencia (ambos pertencemos al Selecto Club de los Tres Dígitos), sino tambien nuestro equilibrio mental.

Mucho y bueno debimos aportar a la construcción del castellet, porque se apresuraron a ofrecernos un contrato indefinido en excelentes condiciones laborales. Objetamos la lejanía física y cultural, ya que ámbos residiamos en Bilbao, pero aun así no desistieron. Se ofrecían a pagarnos los viajes en avion, dietas, honores. Finalmente declinamos la oferta con firmeza porque a los miembros del Selecto Club de los Tres Dígitos no se nos compra a golpe de talonario, sino razonando a base de txistorra y tocineta.


jueves, 12 de marzo de 2009

ramblas

Tratádose de un viaje a Barcelona, era inevitable hacer un dibujito de las Ramblas.
Esta es la casa Bruno Quadros, en la esquina con la calle Boqueria, y el detalle de un dragón chino que vigila a los paseantes desde la fachada de la paraguería y la sucursal del banco de Sabadell.

Las ramblas, ese micromundo urbano que desemboca en el Mediterráneo, que yo sepa es la única calle del mundo que ha dado lugar a un verbo: ramblear





"El pasado 1 de diciembre, siguiendo una vieja costumbre de cuando paro en Barcelona, salí a ramblear. Digo ramblear o ir de rambleo, porque un paseo por la gran arteria de la Ciutat Vella, única en España, Europa y quizás el mundo, no es lo mismo que deambular por Gran Vía, Broadway o los Campos Elíseos. Se ramblea, como se medinea en el espacio de las ciudades islámicas.

Si el tiempo lo permite -y la tarde era espléndida-, el ramblero se detiene a contemplar las actuaciones de los juglares y las poses, cada vez más insólitas y elaboradas, de las estatuas vivas. Puede retratarse con la mujer obesa con falda de miriñaque, asistir a la danza de la muerte de algún hábil titiritero, dar con un monstruoso avechucho de alas inquietantes; curiosear por los puestos de flores y plantas exóticas; detenerse a examinar los acuarios y jaulas con toda clase de pájaros y tortugas. La multitud que fluye como el río de Heráclito se expresa en un Babel de lenguas: catalán, castellano, francés, inglés, alemán, árabe, urdu, chino..."


Juan Goytisolo

lunes, 9 de marzo de 2009

torre telefonica

Barcelona aprovechó la celebración de los Juegos Olímpicos del 1992 para acometer grandes reformas en la ciudad. Se recuperó gran parte del litoral y sus playas, antes inaccesibles, se mejoraron zonas degradadas, con la consiguiente perdida de sabor, se acometieron grandes infraestructuras, se construyó el puerto Olímpico y el palau sant Jordi…

Ejemplo de esta explosión de arquitectura y renovación urbanística, la torre de telecomunicaciones levantada por Santiago Calatrava en plena anilla olímpica de Motjuic, por encargo de Telefónica para dar cobertura a los juegos.

La Torre Calatrava presenta un diseño innovador respecto a las torres de telecomunicaciones tradicionales, a menudo réplicas a menor tamaño del Pirulí de Madrid. La estructura de Montjuic quiere representar una figura arrodillada haciendo una ofrenda. Como bilbaino siento cierto recelo hacia Calatrava, pero debo reconocer que esa estilizada estructura de 130 metros me resulta bastante atractiva.


viernes, 6 de marzo de 2009

Pipa club

El pipa club es un local curioso situado en un piso de la Plaza Real. Hay que ser socio para entrar, pero rellenando un formulario haces el trámite y despues ya eres uno más del club, aunque no fumes en pipa. Suele haber actuaciones de jazz en directo y tiene un ambiente como de club inglés venido a menos, con sillones, chimenea y retatos de Sherlock Holmes fumando su pipa.

Entre sus socios se encuentran Javier Bardem, Ariadna Gil, Jaume Sisa, Joan Manuel Serrat, Charo López, Javier Gurruchaga, Cristina de Borbón , Loquillo, Angel Casas, Regina do Santos, Oriol Bohigas, Toni Miró, Fina Brunet, Quim Monzó, Albert Plà, Pilar Rahola...



"... Estaban ante la puerta del Club de la Pipa, y él hizo un cálculo rápido de lo que le quedaba en la cartera, concluyendo que podía permitirse invitarla a otra copa y que, en el peor de los casos, Roger, el encargado, le fiaría. Ella se mostró sorprendida por el insólito lugar, el timbre de la puerta, la vieja escalera y el local en el segundo piso, con su curiosa barra, el sofá y los grabados de Sherlock Holmes colgados en la pared. No había música de jazz esa noche, y permanecieron de pie junto al mostrador desierto mientras Roger llenaba un crucigrama al otro extremo. Ella quiso probar la ginebra azul y dijo que le gustaba su aroma, y luego se declaró encantada con el sitio, añadiendo que nunca había imaginado que hubiera en Barcelona un lugar como aquél. "



Arturo Pérez-Reverte. "La carta esférica".


miércoles, 4 de marzo de 2009

La senyera

Ya que en mi post anterior hablaba de la Senyera, me he estado documentando sobre los orígenes de la bandera catalana. Según mis investigaciones, la cosa sucedió más o menos así:

Wifredo el Velloso (Guifré, el Pilós), noble visigodo, había sido nombrado conde de Barcelona por el rey de los francos, Carlos el Calvo, para agradecerle su ayuda en la lucha contra los normandos.

Sin embargo, este rey carolingio albergaba cierta antipatía y envidia contra el nuevo conde. Y es que Wifredo el Velloso, tenía una larga y voluminosa cabellera, amen de un tupido y varonil vello recubriendo su torso poderoso, mientras que Carlos el Calvo era lampiño y sufría una acusada alopecia, a juzgar por sus respectivos sobrenombres.

En aquellos tiempos los límites de los reinos de taifas musulmanes llegaban hasta Cataluña. Wifredo el Velloso decidió atacar a los sarracenos en Lérida, porque la familia de los Banu Qasi había fortificado la ciudad. En respuesta, los musulmanes atacaron Barcelona, y sucedió como en aquella elocuente copla:


Vinieron los sarracenos
y nos molieron a palos,
que Dios ayuda a los malos
cuando son más que los buenos

El caso es que en la batalla una lanza atravesó el pecho de Guifré, resultando mortalmente herido. Carlos el Calvo, cuyo resquemor no había hecho sino aumentar con el tiempo, acudió raudo al postrero lecho del velloso, dispuesto a disfrutar del momento. Comprobando que se encontraba al borde de la muerte, el taimado rey le importunaba y provocaba

-¿Qué, de que te sirve ahora tanto pelo? ¿Por qué no te haces un moldeado in extremis?

- Pero, por el amor de dios, majestad ¿es que siempre teneis que andar jorobando, hasta en mis últimos estertores? – protestaba el pilós, con mas razón que un santo

El rey no solo le hurgaba metafóricamente en la herida. También le hurgaba literalmente en la herida metiendole los dedos en el tajo que la lanza había abierto.

Al escuchar los débiles lamentos de Wifredo, sus familiares y miembros de la corte entraron en la estancia. Viendose sorprendido, el Calvo se limpió los dedos ensangrentados con lo primero que encontró: la dorada bandera del conde. Como los presentes le miraban con reprobación, el rey trató de disimular. “En esta difícil hora yo, el Rey de la Francia, te concedo este escudo en reconocimiento a tu noble arrojo y tu sedosa melena, oh valeroso Guifré”, o algo así debió decirle, mientras le cubría con aquel estandarte pringado con cuatro surcos de sangre.

Maldiciendo al monarca con un hilo de voz, Wifredo exhalaba su último suspiro. Sus restos permanecen en el monasterio de Ripoll. El escudo dorado con 4 barras rojas pasó a ser el oficial de los condes de Barcelona y despues bandera de Cataluña.


lunes, 2 de marzo de 2009

Palau


Un edificio de obligatoria visita en Barcelona es el Palau de la Musica, sala de conciertos proyectada por Lluís Domènech i Montaner e inaugurada en 1908. Está un poco oculto, encajonado entre callejuelas, cerca de la Via Layetana, pero merece la pena acercarse expresamente para disfrutar de esta joya del modernismo catalan.

El Palau es la sede del Orfeó Català, prestigiosa institución fundada en 1891 por Lluís Millet y Amadeu Vives, y gran defensora de los valores de la cultura catalana. No hay mas que ver la cantidad de senyeras que hay repartidas por la sala de audiciones, y que durante el franquismo estuvieron ocultas con cortinajes.

Dentro de esta sala hay que destacar la boca del escenario, un colosal grupo escultorico realizado por Pau Gargallo y Dídac Massana que representa, entre otros motivos, la Cabalgata de las Valkirias y un busto de Beethoven.



amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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