lunes, 21 de diciembre de 2015

Heraklyon


 

Es la capital de Creta y la cuarta ciudad de Grecia. A mi no me entusiasmó, a decir verdad. Pero tiene algunas cosas interesantes:   el Museo Arqueológico de Creta, tiene parte de los frescos originales de knosos;  una gran fortaleza medieval, llamada Rocca al mare,  alzada por los venecianos en el siglo XVI sobre los restos de un antiguo fuerte, para defender el puerto de piratas y atacantes. 
Su centro histórico está rodeado por unas compactas murallas que resistieron los ataques turcos durante 21 años hasta su rendición en 1669, en lo que se considera el asedio mas largo de la Historia. Desde su parte superior se contempla el puerto, la ciudad y los picos de Psiloreitis a lo lejos.
Pero lo mas importante de Heraklyon, desde mi nada objetivo punto de vista, es que allí nació el sobrecogedor pintor Domenico Theotocopoulo, conocido entre nosotros como El Greco.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Cretensis




A pesar de que la fiebre me persigue por el Egeo y de que una cretina cretense, incompetente oficinista local,  nos deja sin coche de alquiler, no nos arredramos.
De Atenas saltamos a Creta, la isla mas grande de Grecia, cuna de las civilizaciones minoica y micenica, con los fascinantes yacimientos arqueológicos de Knossos, Festos y Gortina.
Para los amantes del senderismo, entre los que no me encuentro, Creta ofrece  imponentes gargantas, como la  de Samaria. Aunque  yo me siento mas a gusto en sus  playas paradisíacas como Plakias, Preveli, o Elafonisi, con su arena rosa.
No se debe dejar sin visitar chania, ni rethymno, con un pintorescos puertos venecianos, de los que os hablaré en próximas entradas, que seguramente ya estaréis esperando como agua de mayo. 

domingo, 13 de diciembre de 2015

Monastiraki


 

Nos vamos despidiendo ya de Atenas y que sitio mejor que el barrio de Monastiraki, con sus calles estrechas y plazas asimétricas y pequeños edificios de influencia otomana y bizantina.
En el dibujo la Plaza de Monastiraki,  histórico emplazamiento donde se encuentra la biblioteca de Adriano y la Iglesia bizantina de Pantánasa. la estación de metro de Monastiraki y la Mezquita Tzistarakis.
La Mezquita Tzistarakis, la única de Atenas que se puede visitar, consta de una sala con cuatro columnas y dos series de cuatro ventanas en cada extremo. La construyó en 1759 el turco Mustafá Agá o Tzistarakis utilizando materiales de antiguos edificios de Atenas.  Entre otros desaguisados, dinamitó la columna diecinueve del Templo de Zeus Olímpico. La destrucción de esta columna debió despertar la ira de Zeus, porque coincidió con un brote de peste en la ciudad, por eso los atenienses mantienen la antigua creencia de que cada columna de la mezquita oculta una maldición.
 

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Diogenes


 
 
Paseando por la calle Diógenes, me pregunto si sería allí donde el filósofo cínico (que no cínico filosofo) tendría instalada la tinaja en la que residía, rodeado por su jauría de perros.

También me pregunto porque se conoce como síndrome de Diógenes a la tendencia a acumular basuras y objetos inservibles, cuando este hombre es conocido por haberse deshecho de todo lo superfluo y haber predicado la renuncia a las pertenencias materiales. De hecho, pocas posas pudo acumular si vivía en una ajustada vasija de barro.

Me pregunto, ya puesto a preguntarme, si sería en esta calle donde Diógenes recibió la visita de Alejandro Magno Alejandro. El todopoderoso rey de Macedonia, al ver las paupérrimas condiciones de vida del anciano filósofo, le preguntó si podía hacer algo para mejorar su situación. «Sí, apartarte, que me estás tapando el Sol», contestó Diógenes de malas maneras. El macedonio no solo aceptó el desplante sin enfadarse, sino que le mostró su máxima admiración: «De no ser Alejandro, yo habría deseado ser Diógenes». Poco amigo de los términos medios, vino a decir: De no ser el hombre más rico, yo habría deseado ser el más pobre.

martes, 1 de diciembre de 2015

karamanlidika


 
 
 
Una prequeña recomendación gastronomica: el restaurante Karamanlidika  en la calle Euripides.
Quedamos fascinados por el local a primera vista, en cuanto vimos esas ristras de embuitidos variados colgando de la barra. Bien es verdad que a segunda vista dudamos si habiamos elegido bien, al comprobar que los exhuberante cahacineria era de plastico. Afortunadamente era tarde para levantarse y, ya a tercera vista, pudimos disfrutar de un festival de platos recios y originales.
 
No hay mas que ver la cara de Ainoa al saborear los rollitos de cecina, tomate y queso feta para darse cuenta del acierto. La encargada, Maria, que es originaria de Leon, aunque lleva muchos años viviendo en Atenas,  os recomendará lo mejor de sus especialidades greco leonesas.
 

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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