jueves, 24 de mayo de 2007

CHECK POINT CHARLY y la lista ADLER

Check Point Charlie fue el más famoso paso fronterizo del muro de Berlin, el punto donde se cortaba aquel telón de acero que dividía el mundo en dos.
En 1961 con el muro recién levantado, se enfrentaron aquí los tanques rusos y americanos, y estuvo a un pelo de estallar la tercera guerra mundial.

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Junto al Check Point Charlie, se situa el café Adler, en una vieja farmacia que fue un auténtico nido de espías durante la guerra fría.

Aprovechando un descuido del contraespionaje alemán, consigo acceder al local y hacerme con un ejemplar de la lista Adler. Al salir, alguien sin rostro y con paraguas se me acerca. Temiendo que el paraguas tuviera la punta envenenada con polonio, le arreo una patada en su partes gemelares que lo dejo doblado en el suelo. (Informe para la Kommandantür. Agente 873349. Nombre clave: Aventurheisen)

8 comentarios:

Teniente Colombo dijo...

Este es el único blog que me ha enganchado de tal manera que no pasa un día sin que entre religiosamente ávido de nuevas aventuras.

El de la Señora no cuenta, porque en ese no entraba cada día, en ese me pasaba el día. :D

OOM-9 dijo...

muy bueno Aventurheisen, muy bueno! quiero ver el biopic de Aventurheisen yaaa! ;)

JoFz dijo...

El Tercer Bajito
El Buen Bilbaino (y fuerte)

Jas dijo...

Toma patada en los gemelares, jajaja, y si solo quería preguntarte la hora?

Parecía que iba a salir el sol, pero no, ahora mismo comienzan los truenos y la lluvia esta por llegar, ya tengo la canoa limpita y lista para zarpar.

Jas dijo...

Me ha salido un pareado XDD ...y no me había enterado (tomaaaa otro)

Por cierto, que tal van esos Palíndromos Bajito? Un día les podrías dedicar una entrada, no?

S dijo...

Ich war im Juli 2006 in Berlin. Ich empfehle Euch allen einen Besuch der Stadt. Es lohnt sich wirklich…

Jas dijo...

Estará el viajero de viaje??...o será de resaka??...Bajito "ande" andas??

EL AVENTURERO dijo...

ya he vuelto
no he puesto nada el fin de semana, porque me agota este ritmo frenetico, pero ya sigo

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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