domingo, 20 de mayo de 2007

El Gran Bazar


El Kapali çarsi (mercado cubierto) o Gran Bazar fue construido por Mehmet Fatih alrededor del 1453 y su estructura actual es bastante parecida a la original, aunque a lo largo de los siglos se ha ido ampliando y reformando después de sufrir varios temblores de tierra e incendios. Según un sondeo que se hizo en 1880,el bazar tenía 4399 tiendas, 2195 talleres, 497 telares, 12 almacenes, 18 fuentes, 12 mezquitas pequeñas, también una mezquita grande, una escuela primaria y una tumba. ¿quien estaba enterrado en la tumba? Ni idea.
Mas o menos por esa epoca, el arabista francés Leon Antoine Galland, compró en una de estas tiendas una colección de monedas y un libro envejecido por el tiempo, denominado “Qitab alf leila wa leila”, que posteriormente tradujo y llegó hasta nosotros con el nombre de “Las mil y una noches”

10 comentarios:

JoFz dijo...

Aventurero de compras ¿Y compraste algo?

EL AVENTURERO dijo...

compre unos amuletos con forma de ojos para ahuyentar los maleficios

Jas dijo...

Así da gusto ver tus dibus, además de disfrutar de lo bien hechos que están, con los chascarrillos que te cuentas se aprende y todo, ya podían aprender muchos profes de historia a contar cosas de forma mas amena, mecachis en la mar salada ;-)

Que tengas buen comienzo de semana Bajito!!

EL AVENTURERO dijo...

gracias, jas
he visto l0s videos esos de muertitos mejicanos que enlazaste.
estan muy bien sobre todo el de hasta los huesos, cantando la llorona y tal
me tienes que explicar como se hace un enlace de esos, que pinchas y te sale

Alorza dijo...

Por cierto, la traducción literal hubiera sido "Las mil noches y una noche", que puede parecer lo mismo, pero no lo es.

S dijo...

Me encantó esa parte de Estambul, pero es incluso mejor en tus dibujos

Javier Adán dijo...

Muy bonitos los dibujos.

piradaperdida dijo...

yo también sucumbí a los ojos antimaleficios ^_^ ¡qué ilustración más genial!

EL AVENTURERO dijo...

desde que tengo los ojos antimaleficios todo me va fenomenal

y a ti que tal te va, pirada perdida?

EnfermeraDeNoche dijo...

Pues a mi los ojos ésos no me gustan. Me dan grima, de verdad..

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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