jueves, 31 de mayo de 2007

Paseando por la kaasba

Una tarde, en el zoco de las especias un vendedor me ofreció una bandeja con algo parecido a miel. Sin pensarlo dos veces, lo probé con el dedo: era jabon. Antes de que el tendero pudiera avisarme ya estaba escupiendo.
Pronto la noticia recorrió toda la medina y en unos minutos estaba rodeado de gente que celebraba alegremente el sucedido.
Así fue como me gané el sobrenombre de Ham el-Safir, que quiere decir el devorador de jabones.
Aun hoy los viejos del lugar siguen contando, para regocijo de las damas y escarmiento de los mas jóvenes, la historia de un extranjero que se alimentaba de ungüentos y afeites, tenia fuego en la mirada y era capaz de las mas extraordinarias proezas.

9 comentarios:

Teniente Colombo dijo...

Cuando vaya por allí preguntaré por mi amigo, seguro que la leyenda ha crecido hasta límites insospechados.

JoFz dijo...

Traga-pompas

EnfermeraDeNoche dijo...

El dibu de hoy se ha ido de cabeza a hacer de fondo de escritorio :)

EL AVENTURERO dijo...

que gran honor, facultativa nocturna

Jas dijo...

Aprovecho el espacio del amigo bilbaino para comentaros que nuestro corto SUBSTANTIA ha sido seleccionado en el Festival de Cortos CAOSTICA de Bilbao. Los datos para ir a verlo:

MIÉRCOLES 13 DE JUNIO
20:30h. a 22:30h.
Taller del SOHO
Calle 2 de mayo, 4
Bilbao la Vieja
[Metro Abando : salida Plaza Circular]

Toda la info detallada en la web del Festival:

CAOSTICA

Bajito te quiero ver allí sin falta ehhhh...y luego me cuentas que tal todo, vale?...llévate a tol mundo que puedas y si hay que votar ya sabes....pucherazoooo!! ;-)

Jas dijo...

Por cierto, muy buena la anécdota, eres un crack, no te puedes estar quieto ni un momento, tu como los niños, tienes que tocarlo y probarlo todo aysssss.

Anónimo dijo...

ja ja ja, ja XXXXDDDDD. Bueno, ésta es de las mejores

princess dijo...

lo que no sabian es que el aventurero solo queria limpiar el estomago
Saludos Aventurero querido

bubi dijo...

Epa!!!! eras tu? Que honor,..yo fui a Marruecos y aun se cuenta la anecdota ,. jijijij

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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