jueves, 17 de mayo de 2007

Teotihuacan

Cuando aun era de noche,
cuando aun no habia día,
cuando aun no habia luz
se reunieron.
Se convocaron los dioses
allá en Teotihuacan


CODICE MATRITENSE
Pirámide de la Luna

16 comentarios:

Jas dijo...

y qué paso, qué paso??....

JoFz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
JoFz dijo...

¿Y los dioses llevaron antorchas?

Campanilla dijo...

¡Y yo con estos pelos!

princess dijo...

Pero que hermoso dibujo Teotihuacan significa lugar de los dioses :D.
Asi con ese texto inicia la historia de Tecuciztécatl y Nanahuatzin y este ultimo es echado a la hoguera y se convierte en el sol
Besos desde Mexico

EL AVENTURERO dijo...

parece que princess sabe mejor lo que pasó
gracias, princess, sigue comentando en los dibujos de mejico, que asi me entero yo tambien

Jas dijo...

Bajito, en Praia do Forte no se puede comentar...y eso??

EL AVENTURERO dijo...

ya se puede, jas

Gata animada dijo...

Qué nombres tan bonitos:

Teotihuacan
Tecuciztécatl
Nanahuatzin

Jas dijo...

Si Gata, como para ponérselos a unos niños de hoy en día, no? XDD

Imagínate en el parque llamando a gritos al niño:

¡¡Tecuciztécaaaaatllll....ven akapakaaaa!!!!

jejejeje

princess dijo...

Pues mi hija se llama Itzel que es un nombre maya y su significado es lucero del atardecer, y si algun dia tengo otra hija le pondre Yanitzi .

Jas dijo...

Pero esos nombres son algo mas cortitos, no como los otros, no?...son mas fáciles de pronunciar ;-)

Tom Hagen dijo...

Precioso el nombre de tu hija Princess

Anónimo dijo...

hola:
me gustaria saber que significa YANITZI??

Unknown dijo...

La verdad que es muy interesante la historia de Teotihuacan , me gustaría saber que nombres están relacionados porque quiero que mi hijo se lleve el nombre de algún Dios.

Unknown dijo...

:u yo nadamas vine por la tarea

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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