sábado, 20 de agosto de 2011

Cuevas de Maria Moco




En Cadiz hay unos cuantos ficus de tamaño descomunal. Parece ser que los trajeron del nuevo mundo unas monjas misioneras, en unas minusculas macetas, incapaces de imaginar el tamaño que alcanzarían siendo varias veces centenarios. Este que aquí vemos, hundiendo sus raices como garras de dinosurio en los jardines de la plaza Mina, no es de los mas grandes.


Pero era otra la historia que queria hoy traer a colación, relacionada, eso si, con la meritada plaza Mina.


Durante siglos se ha utilizado en Cádiz una leyenda para asustar a los niños boquiabiertos. Según dice, en la Plaza de Minas hay un acceso que permite descender al subsuelo de la ciudad. Desde alli se extiende un entramado de túneles subterráneos que recorre todo la ciudad, donde no pocos infelices se han extraviado para siempre. Es lo que se conoce como Las Cuevas de María Moco. Recientemente ha quedado demostrada de una manera científica, mediante el empleo de un GEO-Radar, una de las creencias más misteriosas del imaginario gaditano.


Asi se ha sabido que desde Puerta Tierra hasta la Alameda, se extienden entre 5 y 6 kilómetros de pasadizos de supuesto origen romano y de entre 1,8 y 3,5 metros de altura, como hipotética conexión entre las zonas nobles del núcleo de Gades.


El descubrimiento de este entramado, de una importancia comparable a la de las catacumbas de Roma, debe mucho a Germán Garbarino, gerente de la empresa Monumentos a la Vista. En el colegio, Germán Garbarino escuchó de boca de un profesor la leyenda de Los 12 moros jugando a las cartas. Según el relato, un niño perdido por las cuevas de Cádiz, hambriento y exhausto tras horas de caminata, creyó ver, aterrado y a la luz de un farol, las figuras de doce moros jugando a las cartas en una sala.


Hace unos años, Garbarino recibió el testimonio de un gaditano que aseguraba que esa sala se encontraba debajo de la calle San Juan y decidió investigarlo. Llegó a escuchar hasta 200 testimonios de personas mayores y miembros del la Iglesia, trasmitidos por tradición oral. Historias de huidas en casos de asedio, niños perdidos, contrabandos, lupanares, batallas dieciochescas, refugiados escondidos durante la Guerra Civil...

Uno de los testimonios le llevó hasta la Iglesia de Santiago, en cuya cripta se encuentra «una gran puerta cegada por mortero, ladrillos y piedra ostionera. ¿Hacia dónde se dirigía? una habitación clausurada, o una entrada hacia los subterráneos investigados?».

Respecto a la plaza Mina debemos decir además que alli nació Manuel de Falla.










jueves, 11 de agosto de 2011

castelar

“¡Hijos de este siglo, este siglo os reclama que lo hagáis más grande que el siglo XV, el primero de la Historia moderna con sus descubrimientos, y más grande que el siglo XVIII, el último de la Historia moderna, con sus revoluciones! ¡Levantaos, legisladores españoles, y haced del siglo XIX, vosotros que podéis poner su cúspide, el siglo de la redención definitiva y total de todos los esclavos!” (Grandes aplausos).

Discurso sobre la abolición de la esclavitud pronunciado, en las Cortes, por Castelar, el 20 de junio de 1870.


El monumento a Emilio Castelar preside la que antaño fue plaza homónima y actualmente es plaza de la Candelaria. El homenaje y su ubicación estaban sobradamente justificados, ya que fue en esa misma plaza donde nació el que fuera Presidente de la primera República y vehemente orador. Tal era la locuacidad del insigne prócer que, cuando alguien habla mas de la cuenta, todavía se le asigna la expresión “ya habló Castelar”.

El ayuntamiento de Cadiz le dedicó esta estatua, en la que parece formular, con su elocuente retórica, este exhorto a los viandantes “¡Iros todos a la mierda!”



martes, 9 de agosto de 2011

Plaza de la catedral

Podria contaros que esto es la plaza de la Catedral nueva de Cadiz, que se acabó de construir en 1838, que es el único templo del cristiandad con una cúpula amarilla, que por el arco de la izquierda se entra en el barrio del Populo, el mas antiguo de cadiz. Podria meteros una brasa de esas que ocostumbro. Pero la verdad es que hice este dibujo porque me gustaba esa terraza, sin mas.

domingo, 7 de agosto de 2011

la Pepa


Desde el comienzo de la guerra contra los franceses, en el verano de 1808, las Juntas locales y provinciales que dirigían la resistencia enviaron representantes para formar una Junta Central Suprema que coordinara las acciones bélicas y dirigiera el país durante la guerra. Floridablanca y Jovellanos fueron sus miembros más ilustres. La junta, que reconoció a Fernando VII como rey legitimo de España y declaró nula su renuncia, huyó a Sevilla ante el avance de los franceses, y de allí, en 1810, a Cádiz, la única ciudad que, ayudada por los ingleses, resistía el asedio francés.

La Junta Central se mostró incapaz de dirigir la guerra y en 1810 se disolvió, tras convocar unas Cortes para que los representantes de la nación decidieran sobre su organización y su destino.

Estas cortes de Cadiz promulgan día 19 de marzo de 1812, la nueva Constitución. Como fue promulgada día de San José, se la conoce popularmente como “la Pepa”. De ahí el popular, y en su dia subversivo, dicho de “¡Viva la Pepa!”.


Fue un texto muy innovador para la época, influido por la Carta Magna americana. La Constitución de 1912 contiene una declaración de derechos del ciudadano: la libertad de imprenta, la libertad civil, la igualdad de los españoles ante la Ley, el derecho de petición, el derecho de propiedad. La nación se define como el conjunto de todos los ciudadanos de ambos hemisferios, con lo que se igualan los territorios peninsulares y las colonias americanas.

En su artículo 13 declaraba solemnemente que el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación.


martes, 2 de agosto de 2011

Torre Tavira

Las torres miradores, testigas del comercio y prosperidad que iluminó Cadiz en el s. XVIII, son muy características de la ciudad. Servían para vigilar la llegada al puerto de los barcos que venían de América cargados con los preciados productos de ultramar.

La Torre Tavira fue designada torre vigía oficial del puerto de Cádiz, por ser la cota más alta de la ciudad, ya que está a 45 metros sobre el nivel del mar y en el centro del casco antiguo. Construida en el siglo XVIII en estilo barroco, se encuentra situada sobre la Casa-Palacio de los Marqueses de Recaño (actual Conservatorio de Música de Cádiz), y recibe el nombre del teniente de fragata Antonio Tavira, el primer vigía que se instaló en la alta azotea, a otear la bahia con su catalejos.

Actualmente alberga la muy curiosa Cámara Oscura, un ingenio que proyecta en tiempo real imágenes aéras de la ciudad sobre una pantalla movil, a través de un complejo juego de espejos.



amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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