martes, 15 de diciembre de 2009

Grandes ciudades

Los paralelismos entre bilbao y NYC no se reducen al Guggenheim.

La sede central de las Naciones Unidas parece estar en Nueva York a orillas de East River. Este mérito debería ser suficiente para considerar a la ciudad como capital del mundo. Sin embargo, no es cierto. El trozo de terreno que ocupa la ONU no es territorio americano (alli estan los únicos bares de la ciudad en los que se puede fumar) y New York City no es capital de nada. Ni del mundo, ni de Estados Unidos. Ni siquiera es capital del estado de Nueva Cork (La capital es un pueblillo llamado Albany)

Algo parecido le pasa a Bilbao que, pudiendo ser capital del mundo, no es ni siquiera capital de Euskadi, razón por la cual me tengo que desplazar diariamente a ese despoblado llamado Vitoria-Gasteiz, atravesando ventiscas y nevadas.


Que dura es la vida del funcionario aventurero!

12 comentarios:

marina dijo...

con la que está cayendo esta semana... no te servirá para nada de nada pero que sepas que estos días me estoy acordando mucho de tí y de los demás autobuseros aventureros. un abrazón, valiente!!!

Judax dijo...

Menos lloros de funcionario, que me acuerdo del plante que están haciendo los pobrecillos funcionarios europeos en Bruselas. Ellos se lamentan profundamente porque ... solamente ganan 4.000 eurillos netos al mes... con el frío que hace allí !!!!!!!

gus aneu2 dijo...

Pues a mi no me importaría que en Madrid pusieran la capital en Brunete, que quieres que te diga, y que usaran el ministerio de agricultura para la ampliación del Prado.

cosmopolitana dijo...

Pillate una baja!

cosmopolitana dijo...

Y hablando de bajas...El que lo tiene jodido es un amigo mio que vive en Basauri y tiene que bajar por los Miradores hasta el Apolo a tomarse el café y creo que resbala...

cosmopolitana dijo...

New York siempre será la capital del mundo!

Muskilda dijo...

Bueno, bueno, ¿qué es un poco de fresco para un bilbaino de pro?. Una ligera brisa, nada más... Que el Aventurero puede con eso y con mucho más...

Muskilda dijo...

Por cierto, una amiga mía estuvo hace unos años en Nueva York, y cuando le pregunté que qué tal era, me dijo literalmente "Está bien. Es como Bilbao, pero más grande".

El Fugitivo dijo...

Basauri si que está bien

Anónimo dijo...

Yo sí que te entiendo aventurero!voy a siberia-gasteiz dos días a la semana DESPUES DE CURRAR en BASAURI!y por placer (no es k tenga dos curros).Pero k bonitos están los bosques nevados, sobre todo cuando vuelvo de noche, reventá, después de oir a un tipo hablar durante horas de epigrafía latina...

cosmopolitana dijo...

Anónimo, eres masoquista!

rociooooo dijo...

Hi NY!
Los paralelísmos son muchos entre ambas capitales. Pero ofrezco una pequeña corrección sobre la 2ª capital del mundo (después de Bilbao), durante un par de años, después de que Philadelphia fuera la capital de USA y antes de que lo fuera Washington D.C., NY durante un breve lapso de tiempo.
Rocío
http://elclosetderocio.blogspot.com

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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