Cuando las noticias de la destrucción de Tenocticlan por los españoles llegaron hasta Michoacan, los guerreros tarascos se sintieron indignados y se aprestaron a defender su tierra. Pero tenian un rey de caracter debil y cobarde que envió mensajeros a Hernan Cortes anunciandole su rendición.
En medio de la desolación se alzó la voz de una valerosa joven, y por su franca sonrisa la llamaron Erendira, que significa risueña.
Erendira arengó al pueblo tarasco a tomar las armas y revelarse contra los españoles y en concreto se dirigió a Nanuma, el jefe de los ejercitos purepechas. Nanuma pretendia a Erendira, pero esta le desdeñaba porque no queria tener mas dueño que los lagos y las montañas de Michoacan. En aquella ocasión, le dijo mas o menos “sal al encuentro de los extranjeros y riega con su sangre nuestros fertiles prados”. “¿Y si fallo?” debió preguntar Nanuma. “Iré a llorar sobre tu sepulcro y sembraré en tu yácata las más hermosas flores de nuestros campos” “¿Y si consigo expulsarles?” “Entonces ya hablaremos”.
Animado por la alternativa, Nanuma fue a Taximora a enfrentarse a las tropas de Cortes, pero el encuentro fue desigual y el debastador efecto de los arcabuces obligó a los tarascos a batirse en retirada.
Erendira, que no siempre era tan risueña, al ver que Nanuma no habia preferido la muerte a la derrota, se sintió hondamente decepcionada y le mandó a freir huitlacochles.
Con el tempo Nanuma fue engullido por el olvido, mientras que Erendira tiene una hermosa estatua en la plaza de Patzcuaro, y frecuentemente se depositan en su honor ofrendas florales.
amica veritas, sed magis amicus plauto
Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.
En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.
Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.
Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.
Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.
En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.
Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.
Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.
Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.
5 comentarios:
Pobre.
La triste historia me ha despertado la curiosidad.
Parece que la joven y valerosa tarasca vivió entre 1503 y 1529, aunque su liderazgo en la resistencia se acabó en 1921 con la rendición del rey mexica Tangaxoán II.
Si Castilla acabó con los últimos defensores de Navarra en 1921 en Amaiur, la tarasca de marras mal pudo rebelarse contra los españoles, lo haría contra tropas "castellanas" y mercenarios de cualquier origen. Pero ese tipo de errores históricos residen en nuestro subconsciente.
PD: ¿que tal va ese menisco?
103301 !!!!!!!!, la espera ha merecido la pena
el menisco va poco a poco, todavia da guerra, aunque ya he empezado a currar
y hablando de errores historicos, si Erendira nacio en 1503 y en 1921 aun andaba resistiendo a los españoles-castellanos, la audaz tarasca demostró una longevidad que no hace sino acrecentar su leyenda
jejeje, genial el error de fechas. Era 1521. Jua jua jua
Publicar un comentario