jueves, 27 de septiembre de 2007

LA ESFINGE DE GIZEH

La Gran Esfinge, esa enorme estatua con cuerpo de león y cabeza de hombre, vigila el acceso a las pirámides. Está excavada de un único montículo de roca viva de 73 m de largo y 20 m de altura.

Tradicionalmente se pensaba que fue construida durante la IV dinastía, en la misma época que las pirámides, o sea unos 2.500 años de Cristo. Sin embargo, estudios recientes sobre la erosión geológica en los diferentes estratos de la estatua le atribuyen una antigüedad mucho mayor. Parece que la esfinge se esculpió miles de años antes que las pirámides.

Los severos daños de la cara se deben a que la Esfinge fue utilizada como blanco por la artillería mameluca en el siglo XVIII.

En los años 70 la esfinge fue restaurada por un equipo italiano, pero debían ser descendientes de la armada Brancaleone, porque recubrieron con cal las partes erosionadas, lo que aceleró el deterioro de la piedra.



8 comentarios:

Jas dijo...

Vaya mamelucos!!! mira que hacer blanco en la pobre Esfinge...aysssss

Wendy Pan dijo...

Ay, pa "mamelucos" los italianos, esos si que hicieron "BLANCO" !

Es que no te puedes fiar de nadie.., así pasen cienes o docenas de cienes de años, cáspita !!

Wendy Pan dijo...

Eeey, no mabia dao cuenta eso lo he cantao yoooo 1
Varias veces, si.
Hace algunos años usaban esa parte cuando subían los go-gos en la disco que yo frecuentaba TITOS PALACE, y me quedaba con el personal porque me sabía la letra jijiji
(Ej que es en latín...)
Pero no es solo esa parte, toda la obra es genial, y es una pasada cantarla.., UNA PASADA !!

Anónimo dijo...

Siempre me ha asombrado la misteriosa belleza de la esfinge. Envidio al aventurero, me lo imagino fumando una nargile mientras medita sobre el pasado de esta maravilla que posa inmovil para él.
¿Será un león con cabeza de mujer?, ¿una mujer con cuerpo de león?, ¿quién y cuándo la hizo?. Hay muchas teorías ( http://otrashistorias.iespana.es/histor10.htm ), pero nunca conoceremos la verdad sobre su origen, esa es su magia.

EL AVENTURERO dijo...

O Fortuna, velut Luna statu variabilis, semper crescis aut decrescis;
vita detestabilis nunc obdurat et tunc curat ludo mentis aciem, egestatem, potestamem dissolvit ut glaciem.

Anónimo dijo...

mande?

aventurero, estas bien?

Tom Hagen dijo...

Pues anda que a los mamelucos les importaba poco el arte y la memoria histórica. ¿Cómo se puede hacer blanco en semejantes obras de arte?
Un saludo bajito. Tu blog mola ^^

Wendy Pan dijo...

Sabes que te adoro, verdad? ;·>

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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