El
otro dia casi por casualidad me encontré en una exposición en la galería Kalao,
homenaje a uno de los payasos mas celebres
del siglo pasado. Alli me enteré de su fascinante historia
Su nombre artístico fue Chocolat pero en
realidad se llamaba Rafael Padilla. Nació esclavo e hijo de esclavos, en la Cuba
de 1868. Siendo niño fue
vendido a un comerciante, no sé si de Portugal o de Portugalete, que lo dejó
en una granja de unos familiares en Abanto y Zierbana. En cuanto pudo se escapó
y con diez años se vino a Bilbao, donde
trabajó en los muelles y las minas de Bilbao la Vieja. Como era mas negro que
un tizón le apodaron “el rubio”. Humor bilbaíno.
En los muelles de la villa, le descubrió
el payaso Tony Grice cuando aún
no había cumplido los 15 años, y como le pareció un chaval gracioso le ofreció
ir a trabajar por Europa con su circo.
Llegan al Paris de finales del siglo XIX,
y tal es el éxito que alli le ficha el Foottit, el mas famoso payaso de la
época, que durante muchos años sería su pareja escénica en el Nouveau Cirque.
Según el historiador francés Gérard Noiriel,
Chocolat se convirtió en uno de los personajes más
populares de la vida pública francesa a finales de 1890. Aparece en películas de los hermanos Lumiere, es amigo de Debussy,
posa para su colega Toulouse-Lautrec…. Gana mucho dinero, pero igual que lo gana,
lo gasta. Cierra bares. Invita a todo el mundo. Son los locos años de la belle
epoque, la folies bergere! Oh, la-la, cést magnifique!
Foottit y él se habían convertido en un dúo exitoso, pero ambos encarnaban el
estereotipo de la relación colonial. El payaso
negro humillado por el payaso blanco aportaba un toque exótico a las
representaciones, muy del gusto del público.
En esa época se empiezan a impulsar los
derechos humanos, y el Faro de la civilización que enarbola Francia, no se
puede permitir un espectáculo como el que representan Foottit y Chocolat. No es
admisible esa retrograda exhibición de supremacía racial.
En 1910 se cancela el número y el dúo se separa. Los intentos de Chocolat por triunfar en solitario fueron nulos y
finalmente falleció en 1917 en Burdeos solo, pobre y alcoholizado. Su cadáver fue
arrojado a una fosa comun. Por contra, su compañero Foottit yace enterrado en el cementerio de
hombres ilustres de Pere Lachaise, junto a celebridades como Chopin, Edith
Piaf, Jim Morrison, Oscar Wilde o Cyrano de Bergerac.
amica veritas, sed magis amicus plauto
Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.
En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.
Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.
Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.
Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.
En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.
Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.
Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.
Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.
3 comentarios:
¡Qué bien lo has contado! Muy interesante la historia. Gracias
Menuda vida!
gracias por compartirla!
aquí, Foottit sería conocido como Zapatitos ¿no?
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