viernes, 18 de julio de 2008

expo (y 2)



El publico madrileño ha dispensado una calurosa indiferencia a la exposición del reputado aventurero Eugenio Lasarte, que sin embargo ha sido acogida con rotundo desinterés por la critica especializada.


En efecto, la prensa nacional e internacional ha obviado maliciosamente el acontecimiento, desviando la atención hacia otros temas, como la desaceleración económica o la detención del líder de la oposición malaya acusado de sodomía. Los contados medios que han abordado el evento (el de la exposición, no el de la sodomía) han destacado la calidad y el delicado acabado de los marcos.


El autor se ha mostrado muy satisfecho con la repercusión, que ha superado con creces las expectativas previas.


7 comentarios:

gus aneu2 dijo...

Los visitadores habituales quedamos rendidos ante la maestría, originalidad y desenfado de la obra y comentarios de Eugenio Lasarte. Y más que rendidos, postrados ante el buen hacer de un señor bajito y fuerte que andaba por allí y cuya labor no quedo muy clara.
Y la prensa que prense, que no da para mucho más.

Wendy Pan dijo...

Ay, querido, es que tu fabuloso clús de fans está desperdigado por todo el país y parte del estrangeiro, es lo que tiene...

Y de la prensa prensante, qué cabe esperar a día de hoy, eh? eh? eh?
(nada bueno..., bueno casi-nada bueno).

Besotes animosos.

P.D.: sabes que titoCOLOMBO y BrujiBEA estuvieron en Roma la semana pasada (creo que sí, no?).

Martine dijo...

Aquí una fan incondicional y fiel seguidora...

Un besito Aventurero.

Anónimo dijo...

blame it on rio y en juan perez zuñiga y joaquin xaudaro, que finalmente se han comido frio aquel isbn 84-88499-59-0. con su catecismo persuasivo, estos gandules han pagado por la unanimidad mas perfecta.

gus aneu2 dijo...

Me pones deberes capitán, asi que apunto "Viajes Morrocotudos" de Zuñiga y Xaudo para buscar en todas las librerías de viejo y ferias que me cruce. Lo apuntaré junto a los inventos del profesor franz de copenhague.

Anónimo dijo...

caro padrino, vaya forma de entrar en la edad provecta, que si luego del acuatizaje mr. roarke zampaba las guirnaldas de aqui arriba: levantaban la serie al 2do. programa.
que no he impetrado al cumplimiento de ningun deber civico: solo me he valido de palabras como quien juega al banzon. aquel silencio del tabano -con sus pecados nefandos- ha proyectado la presencia enhiesta de los epigonos.
y si de escuelas se trata, venga aqui los que hacetiemposehadicho: que como nadie escucha, hay que empezar de nuevo. y otra vez he salido por peteneras.

EL AVENTURERO dijo...

tal y como señala el capitan, los viajes morrocotudos provienen de una novela de Juan Perez Zuñiga, cuyos protagonistas residian en la calle sonbrerete de madrid, curiosamente pegando a la calle argumosa donde tengo la exposicion

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

Contribuyentes