La leyenda dice que los peces que conseguían nadar río arriba hasta la cascada y remontarla, como recompensa por su esfuerzo, al llegar se transformaban en dragones. Por eso dicen que las carpas Koi se parecen tanto a los dragones, con sus bigotones y todo.
Se dice que el ascenso del koi a la cascada significa “triunfar en la vida“. Simboliza buena fortuna en los negocio o en la vida académica, pero también está asociado a la persistencia y la perseverancia ante la adversidades. El tatuaje de carpas se ha extendido al mundo entero y ha adquirido su propia simbología gracias a las leyendas y al budismo. Los monjes budistas dicen que los humanos nadan a traves de un oceano de sufrimiento sin miedos, al igual que estos peces nadan contra corriente. Por ello, la mayoría de los tatuajes representa la intención de luchar contra aquello que se pone en nuestro camino.
Por otro lado, también se considera un símbolo de larga vida. Las carpas chinas son peces muy longevos. En condiciones normales viven de 20 a 30 años, aunque se conocen ejemplares con 200 años. Algunas variedades pueden alcanzar el metro de longitud. Además de ser peces muy tranquilos, pueden llegar a reconocer a sus dueños. Por eso en todos los estanques chinos se prodigan ejemplares de multiples colores y tamaños, portadores de buenos augurios.
amica veritas, sed magis amicus plauto
Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.
En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.
Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.
Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.
Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.
En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.
Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.
Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.
Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.
4 comentarios:
El chino de mi barrio tambien tiene carpas. Espero que no terminen en la cocina porque me dan bastante asquito.
seguro que estan riquisimas, cosm
Para carpas la del Circo de Pekin!!
hemos pasado de las 200.000 visitas
y para los amates de los capicuas
hemos tambien estado en los 200002 y los 199991
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