miércoles, 12 de diciembre de 2007

Mercatudo


El restaurante era coqueto y acogedor, con mesas de marmol y vidrieras, como rescatado de un tiempo de abuelos.

La camarera que atendía aprovechaba para platicar en castellano con nosotros. Decia que su padre era gallego, primo de de Fidel Castro. A medida que la cena avanzaba su capacidad de verbalizar retrocedia, quizas por los lingotazos de ron que se iba metiendo en el cuerpo.

Al final la situación era ingobernable. “Hay que celebrar que esta es la ultima noche que cierta persona me engaña”, dijo mientras nos señalaba por gestos a un tipo de bigote daliniano que bebía ginginha en un rincón y que al parecer no era merecedor del la confianza que ella le habia concedido.

Por fin, tras larga espera, nos entregó una cuenta indescifrable. Pagamos sin rechistar y nos fuimos. La sobrina del comandante se quedó alli, celebrando su nueva vida sin engaños y bebiendo ron como para romper el bloqueo comercial a su tio abuelo.



17 comentarios:

Gata animada dijo...

Qué bonito relato, aventurero.

Qué suerte poder leerlo.

Gata animada dijo...

Qué bonito relato, aventurero.

Qué suerte poder leerlo.

Gata animada dijo...

Oh, lo siento, lo saque dos veces, aunque bien pensado, el relato las merece.

Wendy Pan dijo...

A mi tamién me gusta. Asín que como hay que deshacerse de un "peso muerto", a lingotazos de loquesea para celebrarlo !!

AMEN

Anónimo dijo...

Tengo entendido que es un lugar frecuentado por gays, ¿es cierto?

------ dijo...

Sí, ahí la dejamos, con el del bigote y su amigo carabina, que se estaba comiendo todo el marrón del teatrillo. Tengo curiosidad por saber el final de la historia. Le pondría el punto en la cosa?

gus aneu2 dijo...

No wendy, hay que matarse alingotazos para que al romperle la botella en la cabeza no se pierda nada del preciado contenido. Que hay tipos que bien merecen el botellazo pero no el desperdicio.
¿verdad?

Anónimo dijo...

chapaleano la abyeccion del anonimo y cinegetico mossad: virgilio que por la carestia de hestia, hastio por la horra bifronte.

EL AVENTURERO dijo...

nom snad, nadie mejor que tu pARA AVERIGUAR EL FINAL DE LA HISTORIA, que te queda bien a mano el local

amigo anonimo 1, desconozco la inclinacion sexual de quienes frecuentan el local, pero tu, que parece estar versado en locales de ambiente, quizas puedas arrojar un poco de luz sobre el respecto

gata, wendy, gracias, me alegro de que os haya gustado, pero no es un relato, solo una descripcion de lo que alli pasaba

gus, no hay que ponerse asi, que ganas de recurrir a la violencia, a lo mejor el bigotudo era una bellissima persona, aunque es verdad que en el dibujo me ha salido con aspecto perfido

amigo anonimo 2, bien dicho!

Gata animada dijo...

Aventurero: es un relato descriptivo de la realidad.

Aunque tú siempre nos haces navegar en equilibrio en esa fina línea de la verdad y la ficción.

¡Que te hemos pillao!

Anónimo dijo...

Ya lo explica claramente en la presentación del blog: En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”

Wendy Pan dijo...

LA LEYENDA DEL INDOMABLE AVENTURERO "BAJITO Y FUERTO" !!

------ dijo...

Al parecer pasó lo siguiente. El maestro Cerylón, mago venido a menos, contaba con nuestra protagonista para su número estrella, número que lo iba a sacar del olvido. Ya se veía otra vez en carteles de dos por cuatro en las principales ciudades del orbe, cuando a punto de partir desde el muelle para la gira mundial, ella descubrió que lo enganiaba con un tal Pantortillo, portero del local de al lado del bistrot Mercatudo. A ella no la enganián más pero al maestro Cerylón tampoco. La noticia es de hoy, y el pie de foto reza: Doca de Santo Amaro. Hizando el cadaver del Mago Cerylón. Y el titular: Aparece Rui Gonsalves [más conocido como el Mago Cerylón] estrangulado con sus propios bigotes.

gus aneu2 dijo...

gracias por recordarme que la violencia no es la solución, que razón tienes, es sólo que creo que me salte de blog.

Anónimo dijo...

avieso mossad, tu inverecundia y delectacion con el piloso iter criminis, recuerda al veneto antonio y aquello que puede hacer el demonio: citar la escritura para justificar sus designios.

padrino -que para saltos mejor canguro- para ese frenetico ucase de convertir la tierra en ordenado panal y arrebaño de individuos, una de las virtudes maximas que nos lego el Señor:la iracundia catartica.

gus aneu2 dijo...

Sí capitán, a latigazos en el mercado, pero para encargos individuales la botella no va mal.

Wendy Pan dijo...

...Pos lo que yo digo XDDD

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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