lunes, 6 de agosto de 2007

las curtidurias de fez

No te quedes en las calles,
no creas que la mezquita o el hamman son tus destinos inmediatos,
vete a la curtiduría,
no aceptes la rama de menta que alguna mujer te ofrecerá en la entrada,
huélelo todo,
aspira el glaucoma de la última res muerta,
aspira el hedor de las heces de miles de insectos asfixiados,
y luego entra,
báñate en el tinte rojo, en el tinte negro,
tiñe la piel de tus piernas para siempre,
quema tu vello con los 40º del tinte,
curte,
curte bien


(Consejos de una turista parapléjica y feliz)

7 comentarios:

EL AVENTURERO dijo...

el texto es de la amiga itzi beasain, que ni es turista (sino aventurera), ni parapléjica.
Feliz no sé si es, pero espero y deseo que si

gus aneu2 dijo...

Que agradable costumbre arrancar la mañana viajando contigo.
Buena semana Aventurero.

Wendy Pan dijo...

Y larga y próspera vida para ambos dos, mi DulciAventurero y mi caballero de blanca armadura.

...pero yo iría con las hojas de menta "metidas" en la naríz, gracias.

EL AVENTURERO dijo...

a mi tambien me gusta encontrar tus comentarios por aqui, gus, si no fuera por ti a veces me pareceria que no me lee nadie

y por supuesto tambien me encanta recibir a wendy aunque no se prodiga tanto

creo que somos los unicos que quedamos trabajando, debe estr todo el mundo por ahi vacacioneando

Anónimo dijo...

yo estuve en las curtidurias pero no fui capaz de entrar. Tenía mucha curiosidad pero ese hedor!!...lo más asqueroso q he olido en mi vida. No se puede viajar siendo tan tiquismiquis...

gus aneu2 dijo...

Pues se ve que enfermera de noche ya ha vuelto, y lenorabel no andará lejos, e isaac también te debe de visiotar de vez en cuando, y campanilla claro, y mucha más gente, que ya casi llevas 6000 visitas, no sé mucho de estas cosas, pero no me parece quue esté nada mal.
En cualquier caso seguro que tu trabajo inspira a más de un@ alguna buena idea para un viaje, o lo que es más importante, para disfrutar de sus periplos sean donde sean (central nuclear incuída)

EL AVENTURERO dijo...

a mi tambien me encataba el viejo cugy, siemnpre rodeado de chavalitas y con su caniche en brazos

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

Contribuyentes