jueves, 18 de febrero de 2016

Stavros



Un joven escritor inglés viaja a Creta para tomar posesión de una pequeña mina de lignito que ha heredado. En la zozobra del viaje conoce a Zorba, un griego montaraz, mujeriego y vitalista, que ejerce sobre él una gran influencia.
De la nada consiguen levantar una estructura para explotar la mina, pero el dia que van a inaugurarla todo el montaje se derrumba y el trabajo de un monton de meses se va al garete. La situación es desoladora, pero tras unos momentos de estupefacción, le encuentran el lado divertido al desastre y acaban riendo y bailando el sirtaki, en un canto a la vida, que celebra el éxito de haber intentado una empresa disparatada, condenada al fracaso.
La historia ocurre en una novela de 1946 de Nikos Kazantzakis, y fue llevada al cine en 1964 con Anthony Quinn en el papel de Zorba. La mina se encontraba en esta abrupta roca que cierra la  playa de Stavros en Creta, muy cerca de Chania, y en la memoria  de los viejos del lugar se conservan muchos recuerdos de aquel rodaje.


miércoles, 17 de febrero de 2016

Puerto Chania


 

 El puerto de Chania es uno de los mas pintorescos que conozco. Tiene de todo. Un faro veneciano, guardián en las oscuras noches, de los mas antiguos del mundo que aún se conservan. Sus murallas, sus antiguos arsenales, un castillo bizantino, algún viejo galeón militar, el árbol en el que fue colgado el Obispo Melquisedec Despotakis por su participación en un  levantamiento contra los turcos.

Pero lo que mas me atrajo fue la  Mezquita de los Jenízaros (del turco Yeniçeri, que significa "nuevas tropas") y que era un cuerpo del Imperio Otomano formado por unidades de infantería y compuestas por esclavos cristianos adiestrados desde niños para custodiar al Sultán. Los jenízaros  tienen su origen en el siglo XIV   y fueron abolidos ( mas bien masacrados) por el Sultán Mahmud II en 1826.

domingo, 14 de febrero de 2016

sinagoga


 

Los judíos de Chaniá rezaron sus plegarias en la Sinagoga Etz Hayyim desde su fundación en el siglo XV, hasta su clusura durante la ocupación alemana de 1941-1945.

En esa época 376 judios cretenses fueron embarcados en un barco para ser deportados a campos de concentración. La situación parecía que no podía empeorar, hasta que las tropas aliadas acudieron al rescate. El barco que los trasportaba fue bombardeado por un submarino británico y todos fueron a parar al fondo del Mediterraneo. En la sinagoga podemos ver una placa que recuerda aquel luctuoso episodio.


viernes, 12 de febrero de 2016

CHANIA


 

La ciudad de Chania se encuentra al noroeste de Creta. En la actualidad viven en ella unos 60.000 habitantes.
Su origen es antiquísimo, se remonta al tiempo de los minoicos. En esa época ya era considerada un enclave importante, como muestra el gran complejo palacial que se construyó sobre el puerto natural de Souda.

Los minoicos llamaron Cydonia a esta legendaria ciudad y Homero la cita en varias ocasiones en la Ilíada. Su historia ha estado jalonada de luchas e invasiones. Alli han dejado su impronta los griegos,  bizantinos, venecianos,  genoveses y otomanos.

 El 20 de mayo de 1941, los alemanes atacaron Creta por aire y por mar. Al cabo de 8 días de ataque y luchas feroces, los nazis lograron invadir la isla. La ciudad de Chania quedó arrasada y algunos de sus mas importantes edificios desaparecieron para siempre. Pero sus habitantes mantuvieron una feroz resistencia a la ocupación alemana, durante aquellos difíciles años.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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