lunes, 30 de marzo de 2015

San Martin



El Casco Histórico de San martin de Trevejo ha sido declarado Bien de Interés Cultural.


En la Plaza Mayor hay una fuente, con inscripción de 1.888 y varias construcciones igualmente  vetustas, como la “Casa del Comendador”, sede de la antigua encomienda, dónde aún se distingue las ranuras a través de las cuales la gente tributaba sus impuestos.

En dos de los lados de la plaza se abren amplios soportales construidos por estructuras adinteladas, de madera en su mayor parte, que descansan sobre recios pilares con grandes zapatas granítica. Bajo su sombra está el restaurante Los Arcos donde pronto iremos a comer como bestias peludas.

En una esquina está la Torre- Campanario de sillería granítica realizada en el Siglo XVI, que antaño sirvió como cárcel. Conserva en su parte media el escudo de armas de Carlos V, y un poco mas alto, un reloj que cumple una importante función para los paisanos de San Martin. No es que les importe mucho qué hora es, pero les tranquiliza mirar  el reloj de cuando en cuando y comprobar que el tiempo no se ha detenido.
 

viernes, 27 de marzo de 2015

trevejo


 

Trebejo es cada una de las piezas del juego del ajedrez.
Trevejo, por su parte, es una pequeña pedanía encaramada a un risco de la sierra de Gata. Esta un poco recóndito pero desde la propia carretera de acceso rodeada de castaños, hasta el pequeño conjunto urbano con us escudos sus musgos y sus sillerías… todo es muy bonito.
Domina el conjunto las ruinas de un castillo, de origen árabe, lo cual nos devuelve a la contingencia ortográfica: la torre es un trebejo, y Trevejo tiene una torre. El castillo fue derruido por los franceses,  para dar consistencia a esa afrancesada costumbre de derruir.
Bajo el castillo se encuentra la ermita de  San Juan Bautista, con un altar exterior y rodeada de unas curiosas tumbas antropomórficas de pequeño tamaño excavadas en granito. Y una espadaña exenta, aunque en el dibujo parece aneja, que  mira orgullosa al Oeste.
 


jueves, 26 de marzo de 2015

batipuerta

Hay un elemento constructivo muy tipico de Candelario. Son las llamadas batipuertas y se encuentran en casi todas las casa del pueblo ( y no solo en la guarida de Batman).
Consiste en una segunda puerta de media hoja, que se superpone a la puerta principal y sirve de burladero durante el sacrificio del ganado. Permitía que entrara la luz a la zona de trabajo o "picadero , e impedía que se colaran otros animales, ávidos de rapiñar algo de casquería, como el perro de las longanizas.

Otras versiones justifican su uso como protección contra la nieve, pero he descartado esta hipótesis porque si esa fuera su función, la batipuerta sería un elemento común a muchos pueblos de montaña y solo se conoce de su existencia en Candelario. Y quizas en Gotham City.

martes, 24 de marzo de 2015

atan los perros con longanizas


 

Este dicho, que representa la abundancia y la riqueza desmesurada, se originó en Candelario a principios del siglo XIX, en la fábrica de embutidos de Constantino Rico, conocido como el tio Ric. Una de sus numerosas empleadas, ya cansada de las molestias e incordios que estaba ocasionando un perro, decidió atarlo a la pata de un tajo con una ristra de longanizas.

Mucho no debieron durarle las ataduras al sabueso, pero sí lo suficiente para que lo viera de esa guisa un chiquillo que entró en la casa. Impresionado por el dispendio, le faltó tiempo para propagar a los cuatro vientos la noticia de lo que sucedía en esa casa: “En casa del tío Rico atan los perros con longaniza”.



lunes, 23 de marzo de 2015

Candelario


Aunque no es propiamente Caceres, merece hacerse una escapada a la sierra de Bajar, en la  vecina provincia de Salamanca, para visitar el pintoresco pueblo de Candelario. Esta villa se recuesta en la falda occidental de dicha sierra, en cuyas cumbres nunca falta nieve. Este clima severo es ideal para curar embutidos

La arquitectura de Candelario, aunque no reniega de orígenes serranos, es fruto directo de esa actividad económica: la industria chacinera del cerdo ibérico. La tipología de edificio respondía a las funciones de pequeña industria familiar, y practicamente todas las viviendas dedicaban la planta baja a matadero y secadero. En su apogeo Candelario  llegó a contar con 103 fábricas de embutidos. Un paraíso para los apóstoles del chorizo y la tocineta.

La estructura urbana, muy condicionada por la topografía, se compone por cuatro calles que siguen las líneas de máxima pendiente, unidas de forma transversal por otras secundarias. Por las  calles mas empinadas discurren unos generosos canales de desague, que se utilizaban para canalizar el agua que baja de la sierra hacia los regadios, pero también para limpiar las cazuelas, los cuchillos y la utilleria de la matanza. En la epoca de la festividad de San Martin, cuando se sacrifican miles de cerdos en el pueblo, los canales se convierten en regueros de sangre  de un rojo tan intenso como las llamas del infierno.
 

viernes, 20 de marzo de 2015

Serrana de la Vera


Otra curiosa leyenda de Garganta la Olla es la que refiere a la Serrana de la Vera.  A la salida del pueblo, en la carretera que comunica con el Monasterio de Yuste, una escultura en bronce,  obra de Evaristo García Santos, representa a la protagonista de la leyenda, hermosa joven de bizarros hábitos, que huyó a la sierra, tras haber sido mancillada por un noble. Instalada en una cueva de  la serranía, se dedicaba a seducir  a los viajeros que pasan por los alrededores y, después de darles el dudoso consuelo de un último revolcón,  los mataba y acaso se hacía un guiso con sus partes mas magras. Acabaron  sus correrías al enfrentarse a un serranillo que no sucumbe a sus encantos, y consigue huir a trompicones de su fatídico destino.



 
Legua y media de Garganta
cinco leguas de Plasencia
habitaba una serrana,  
alta,  rubia y sandunguera.
Vara y media de cintura,   
cuarta y media de muñeca,
 con una mata de pelo   
que la los zancajos le llega.
Cuando tiene sed de agua   
se baja pa la ribera
 cuando tiene sed de hombre   
se sube para la sierra.
Vio venir a un serranito   
con una carga de leña,
 le ha agarrado de la mano   
y a la cueva se lo lleva.
No le lleva por caminos   
ni tampoco por veredas,
 que le lleva por los montes   
por donde nadie la vea.
Ya trataron de hacer lumbre   
con huesos y calaveras,
 de los hombres que ha matado   
aquella terrible fiera.
 Ya trataron de cenar   
una grandísima cena, 
de conejos y perdices,  
de tórtolas halagüeñas,

 - Bebe serranito bebe,   
agua de esa calavera,
 que puede ser que algún día   
otro de la tuya beba.
Ya trataron de acostarse,   
le mandó cerrar la puerta 
y el serrano como tuno,   
la ha dejado medio abierta. 

- Serranito, serranito  
 ¿sabes tocar la vihuela?
 - Sí señora sé tocarla  
 y el violín si usted quisiera. 

Le ha dado una guitarrita   
para que tocara en ella,
 al son que ella se durmiera  
 la guitarra respondiera.
 Al sonar esa guitarra   
se ha quedao medio traspuesta 
ya que la sintió dormida,   
se ha salido para afuera. 

Y al ver que no está el serrano 
  se puso como una fiera
 y al ver que no estaba allí,  
 excava, bufa y patea. 

Legua y media lleva andada   
y sin menear la cabeza,
 otra legua y media anduvo   
y ya volvió la cabeza.
Cogió una china en su honda   
que pesaba arroba y media,
 y de brío que llevaba,   
le ha tirado la montera.
 
 - Vuelve, serranito, vuelve,   
vuelve atrás por tu montera
 que es de paño fino y bueno   y es lástima que se pierda.

- Si se pierde que se pierda,   
yo atrás no voy a por ella,
 mi madre me compra otra   
y si no me estoy sin ella. 

- Por Dios te pido serrano,   
que no descubras mi cueva
 y si acaso la descubres   
maldición que te cayera:

tu padre será el caballo,   
tu madre será la yegua,
 y tú serás el potrillo   
que relinche por la sierra. 

A la mañana siguiente   
el serranillo dio cuenta,
 acudieron todo el pueblo   
para apresarla en la cueva.
- Yo no tengo miedo al pueblo,   
ni a otros miles que vinieran,
 sólo temo aquél viejecito   
que sé que mi padre era,
 y para que me matéis vosotros,   
me mato yo con las tijeras.

miércoles, 11 de marzo de 2015

casa azul


 


Uno de los edificios más singulares de Garganta la Olla es la conocida como la Casa de Muñecas. Albergó un prostibulo, en la época en que el emperador Carlos V se instaló en Yuste en 1557 para procurar desahogo a su séquito. Ante el desembarco de la tropa en el valle de la Vera se creyó conveniente autorizar la creación de varios búrdeles en la villa.

Esta casa de muñecas se diferenciaba de otras casas mas decentes y mas aburridas por el color azul de su fachada, pero además una muñeca vestida con un traje típico se encuentra esculpida en el arco de granito sobre la puerta de entrada, también la cerradura posee unos labrados similares. Sobre el portalón un mirador (hoy desaparecido) donde las chicas desfilaban para los posibles clientes.

A pocos metros de la casa azul, se situaba la sede de la Inquisición, en una convivencia bastante pacifica. Los dueños de la casa te muestran sin rubor, unos instrumentos de tortura que siempre estuvieron ahí, en el sotano de la caso, como si fueran aperos de labranza.

Resulta aleccionador que la casa parroquial del pueblo situada cerca de este edificio se construyera, allá por 1760 con los ingresos obtenidos tras la venta de la Casa de las Muñecas.

 

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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