viernes, 31 de julio de 2015

fray Luis




Aqui la envidia y la mentira

me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se acompasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso


.



Paseando por la calle Libreros nos encontramos con la estatua de Fray Luis de León y rememoramos tiempos en que la libertad de cátedra en las aulas de Salamanca no  tenia mucho contenido. Es bien conocido que la predilección de fray Luis por la Bilblia hebraica, en lugar de la versión Vulgata le hizo vérselas con la todopoderosa Inquisición. Como consecuencia de esa injustificable veleidad fue encerrado en los calabozos del Santo oficio en marzo de 1592.
Durante cinco años fray Luis permanece aislado en una celda sin saber muy bien quién y  de qué se le acusa. No obstante, será en la cárcel donde escribirá algunos de sus mejores y más famosos poemas.

En 1576 sale libre del proceso, y aunque su salud estaba quebrada, su entereza resultó fortalecida.  A su vuelta a la cátedra de Salamanca, comenzó la primera clase con su celebre frase: 'Decíamos ayer...' que dejaba claro a sus enemigos que no habían conseguido perturbar sus animos ni alterar sus convicciones. Un gran leccion de fortaleza moral en dos palabras

miércoles, 29 de julio de 2015

Quod natura non dat...


 
 

Después de la celebrada visita a Simancas, hemos seguido la ruta hacia el sur. Hasta Salamanca para ser precisos. La ciudad, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco, alberga la universidad más antigua de Europa, fundada en 1218.

No obstante, a mi particularmente aspirar la estela de Unamuno o Cervantes y empaparme en ese ambiente universitario no me ha hecho mas sabio. De poco sirve el estudio si no hay un talento innato que lo haga fructificar. “Quod natura non dat, Salamantica non praestat”

 Eso si, he encontrado la rana encima de la calavera en la ornamentada fachada de la Universidad, lo cual me garantiza un aprobado, según la tradición.


domingo, 26 de julio de 2015

Si, mancas




No llegamos a saber que es lo que nos iba a contar Delso sobre Simancas (ver entrada anterior), pero acaso fuera la terrible historia de su origen etimológico.
En el año 783 Abderraman II había impuesto al rey  astur Mauregato el infame Tributo de las Cien Doncella, merced al cual Simancas (o como se llamase por aquel entonces esta pujante villa al borde del Pisuerga) se veía obligada a contribuir con siete de sus hijas, que debían ser entregadas al salaz emir de Al Andalus.
En su forzada reclusión en una torre del castillo, las siete desventuradas jóvenes elegidas aquel año se desesperaban por encontrar una solución que les permitiese escapar de su infausto destino,  y no se les ocurrió otra cosa que amputarse sus siete manos izquierdas.
Según la leyenda, viendo aquella masacre y aquellos muñones sangrantes,  el emir Abderramán II dijo: «Si mancas me las dais, mancas no las quiero», y de ahí que el pueblo se quedase con tal nombre. La sorprendente acción de las mozas no cayó en saco roto, y pasó a levantar en armas a la población contra esa injustificable cuota tributaria : «Por librarse de paganos, las siete doncellas mancas se cortaron sendas manos, y las tienen los cristianos por sus armas en Simancas».
 

viernes, 24 de julio de 2015

Simancas: toda la verdad



En  los albores de siglo XXI viviamos a lo loco, como si no hubiera un mañana. Eran tiempos de bonanza y despilfarro. Corria el champán y las mujeres, aunque las mujeres corrian mas que el champán.

Como muchos de nosotros, nadaba en la abundancia un amigo de Donosti cuyo nombre no puedo revelar. Llamémosle M, como el vampiro de Dusseldorf. 

Nadie sabe con qué argumento, M había conseguido convencer a una importante cadena hostelera para que sufragara unos peculiares encuentros gatronomico-culturales. La idea era juntar a personalidades relevantes del mundo del arte y la cultura para propiciar un espacio de debate e intercambio de ideas. La realidad era que nos juntábamos los amigotes de M,  a comer como bestias peludas.
En una de aquellos ágapes un tal Patxi acaparaba la conversación, al punto que era mas monólogo que dialogo. Nos contaba anécdotas de su juventud, narraba historias de su familia,  comentaba la noticia de la contraportada del periódico o comentaba el chiste de Don Celes. El caso era no callar.
M intentaba ejercer de moderador  pero veía que aquello se le iba de las manos. Azorado pòr la situación, dio la la palabra a Delso, un contertulio ponderado, residente en algún pueblo de Castilla.

Al hilo de alguna loa que Patxi acababa de hacer sobre lo bonito que es su pueblo, Delso intentó introducir una nueva perspectiva:
-“Tambien en nuestra zona tenemos un interesante patrimonio. Sin ir mas lejos en el Archivo General de Simancas se conserva…”

-“¿Simancas?” interrumpió Patxi “lo que he follado yo en Simancas!”

El muy jodido sabia que tipo de historias interesa a las personalidades del mundo del arte y la cultura.
Una vez recuperada la atención, Patxi siguió abordando toda suerte de asuntos divinos y mundanos. Delso no volvió a hablar durante el resto de la noche. Y del archivo de Simancas no se volvió a saber nada, hasta el otro dia que casualmente pasé por allí.


lunes, 13 de julio de 2015

cést un problem



un dato escalofriante y un problema candente: cada año mas de 600 en personas reciben asistencia hospitalaria en Paris por haber resbalado al pisar una caca de perro.


conciergerie



Construido como residencia real y sede del poder de la monarquía francesa entre los siglos X y XIV, en 1392 el edificio de la Conciergerie fue convertido en prisión. Durante la Revolucion Francesa fue un temido presidio donde se hospedaron ilustres reos como la reina destronada, Maria antonieta.  Acusada de los crímenes más degradantes, la archiduquesa de Austria, calificada de azote y sanguijuela de los franceses, abandonó su celda el 14 de octubre de 1793 y compareció, pálida y fatigada, ante el Tribunal Revolucionario, en La Conciergerie, considerada la antesala de la muerte.  fue acusada de conspirar contra Francia y de promover intrigas de toda especie, de satisfacer sus caprichos desmesurados arruinando las finanzas del país e incluso de haber mantenido una relación incestuosa con su hijo Luis Carlos, delfín de Francia. 

La mañana del 16 de octubre de 1793, hace 222 años, todo París se halla en las calles, en los balcones y en los tejados. María Antonieta, abucheada e insultada,  odiada por un pueblo acosado por el hambre. se dirige al cadalso con las manos atadas a la espalda, condenada a morir en la guillotina, a los 37 años de edad, y casi nueve meses después de la ejecución de su marido, el rey Luis XVI. Cae la cabeza de la reina y el verdugo la muestra a la muchedumbre que abarrota la plaza de la Revolución -la actual plaza de la Concordia, donde nace la avenida de los Campos Elíseos- y que grita con furia: ¡Viva la República!

miércoles, 1 de julio de 2015

Folies Bergère



Otro cabaret imprescindible es el Folies Bergère. En 1925 la bailarina y cantante afroamericana Josephine Baker hizo vibrar al Auditorio bailando con una diminuta  falda hecha de plátanos.

También han engalanado su escenario Maurice Chevalier, Colette, Charles Chaplin, la Bella Otero, Fernandel, Stan Laurel, Edith Piaf, Jean Gabin, Frank Sinatra y, sobre todo, Norma Duval.

Estabamos nosotros tomando un pastis enfrente del Folies Bergere (no podíamos permitirnos tomarlo dentro del Folies Bergere), cuando vinieron unas bailarinas y nos danzaron un poema de Paul Eluard, en silencio y reivindicando el silencio. Las palabras del poeta se iban iluminando en distintas partes del cuerpo de la bailarina, como una magica y silente declamación.


amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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