martes, 31 de enero de 2017

Luis Candelas

«Anoche una diligencia,
ayer el palacio real,
mañana quizá las joyas
de alguna casa ducal.

 
 


Las cuevas de Luis candelas es un restaurante situado bajo el arco de cuchilleros,  en una de las salidas de la Plaza mayor.

No es un sitio que me resulte atractivo. De hecho nunca he comido allí. Me da la sensación de que se nutre únicamente de guiris, atraídos por una aureola castiza un poco artificial. El restaurante lo fundó un torero retirado y los camareros visten con el atuendo típico de los bandoleros del siglo XIX, con sus redecillas y su trabuco. No te digo más.
Lo que si me atrae y justifica este intranscendente reseña, es el personaje de Luis candelas, que esté sí fue un bandolero real y tenía en estas cavas su guarida.

Un bandido atípico, más bien un ladrón de guante blanco que jamás manchó de sangre sus manos. Como el zorro, llevaba una doble vida.  Ocultaba su identidad como unfuncionario del Estado de la sección del Resguardo de tabacos en Madrid. Y a veces alternaba con la alta sociedad haciéndose pasar por un rico hacendado de Perú.


Consiguió hasta seis veces huir de prisión. En una de esas fue arrestado al atracar la diligencia del embajador de Francia en Torrelodones y además de dinero y joyas, le sustrajo también unos documentos confidenciales y comprometedores. Su segunda gran equivocación, que le costó la vida,  fue asaltar la casa de la modista de la Reina regente, María Cristina de Borbón Dos Sicilias.
Fue condenado a muerte y ejecutado por garrote vil en la Plaza de la cebada en noviembre de 1837. Tenía 31 años.

jueves, 26 de enero de 2017

Lhardy


"Unos conspiran en las tabernas y otros conspiran en Lhardy. Se empieza en los tabernáculos obreros de Vallecas y se acaba dando una cena en Lhardy, porque todo el secreto de la vida nacional está en saltar de la taberna obrerista a Lhardy".
Francisco Umbral



Uno de los locales mas antiguos de Madrid, fue fundado por Emilio Lhardy un pastelero formado en París  que se trasladó a Burdeos a principios del siglo XIX a probar fortuna. Alli conoció a Prospero Merimée, el autor de Carmen, que le convenció para abrir un  restaurante en Madrid.
Lhardy se instaló en la carrera de San Jeronimo con el propósito de ofrecer a los madrileños y, sobre todo, a los extranjeros de paso por la capital gastronomía con un toque cosmopolita.  En palabras de Galdós, Lhardy vino a Madrid a "poner corbata blanca a los bollos de tahona".
Ilustres culos han ocupado sus sillones: la reina Isabel II, su hijoAlfonso XII, Alejandro Dumas, Ramon gomez de la serna, Ignacio Zuloaga, Julian gayarre…
En sus salones se han urdido conspiraciones y se han derrocado Gobiernos.  Primo de Rivera agasajaba a los  ministros de su  Dictadura en el salón japonés, y en el contiguo se decidiía el nombramiento de Alcalá Zamora como presidente de la República.
Actualmente el Lhardy conserva ese aire aristocrático, entre rancio y cosmopolita. Además del bar y el restaurante tiene tienda, pastelería  y varios salones para reuniones exclusivas. Tienen  un consomé de fama internacional, que cada cual se sirve de un sandovan, un prestigiado cocido madrileño y unas barquillas de riñones al jerez que quitan el hipo.

domingo, 22 de enero de 2017

el Comunista




Hablemos hoy de El Comunista, restaurante de comida casera situado entre la plaza de Chueca y el mercado de San Anton. La gente le llama el comunista, porque en remotos tiempos acudian  militantes de la vecina Casa del Pueblo.  Pero no lo busquéis con este nombre. El rotulo que corona sus puertas de madera roja, solo señala “Tienda de Vinos y Comidas”, nombre añejo y descriptivo, que parece tener su origen en los vinos de Valdepeñas que servían a granel directamente del pellejo, en una época en la que eran habituales  Azorín, Alberti o Jacinto Benavente o los hermanos Machado.

El chaval que atiende actualmente es el biznieto de los primeros propietarios Francisca Gómez y Jacinto Pinto, y te diría que aun hoy conviven varias generaciones en la plantilla. En los fogones sigue mandando la matriarca, que imprime a los guisos y pucheros toda su sabiduría de madre de familia numerosa.

Solo abren a la hora de las comidas y de las cenas pero nadie te impedirá que te tomes  una cervecita o un vermú de caña si vas en el horario correspondiente. Y si te quedas a comer pues muy buena elección. Comida casera sin tonterías, en un ambiente centenario

viernes, 20 de enero de 2017

La Venencia



Empecemos por el principio: la Venencia, una taberna situada en el número 7 de la calle Echegaray, especializada en manzanillas, olorosos, amontillados... Ni cerveza, ni riojas, ni cubatas ni pollas en vinagre. Allí solo se sirven vinos de Jerez. .

De hecho, una venencia (etimológicamente proviene de “avenencia”, acuerdo) es un pequeño vaso metálico unido a una varilla flexible, que se usa en Andalucía para extraer el fino del barril y escanciarlo. Las buenas buenas son de pelo de ballena.

En esta taberna del barrio de Huertas también tienen algunas tapas, escasas pero selectas: mojama,  huevas, anchoas, cecina y poco más.

No dejan sacar fotos, no admiten propinas y la capa de mugre permanece intacta desde el día de su inauguración, en 1922. Cierran pronto y sus propietarios te tratan como te mereces. O incluso peor. Aun así es un local con mucho encanto y solera. Imprescindible.

martes, 17 de enero de 2017

bares madrileños


 
 
Últimamente no viajo mucho. Llevo una vida recatada y recoleta, y apenas me muevo de mi barrio. En esta tesitura me cuesta alimentar un blog que lleva el pomposo nombre de Viajes morrocotudos, sin parecer un farsante.

Para salir de este bache creativo se me ha ocurrido reseñar algunos bares de Madrid, que he visitado y dibujado en mis escapadas por la Corte. Una pequeña selección, arbitraria y  subjetiva, como no puede ser de otra manera, en esa babilonia hostelera de la capital. Ya decía Sabina que solo en Antón Martin hay más bares que en Noruega.   Pero puede que alguien  le descubra alguna taberna curiosa y que se anime a visitarla en su próximo viaje. O igual no.

jueves, 12 de enero de 2017

urte berri on


 Hemos sobrevivido a la navidad, y henos aqui dispuestos a afrontar un nuevo año.
 
Entre los muchos propósitos bienintencionados que me he planteo para el 2017 es avivar este blog, que en los últimos tiempos he tenido mas abandonado que el teatro chino de la recientemente fallecida Manolita Chen.
 
Seguiremos, pues, trayendo a este rincon del cibermundo historias absurdas y dibujos remilgados hasta aburrir. Estais advertidos.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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