Ubicada frente a la
Puerta de la Villa de Conil se encuentra esta casa del Conde de las Cinco Torres, construida en 1779 como
residencia veraniega. Es la única en todo Conil que tiene aljibe para recoger agua de lluvia. Actualmente se ha convertido en una casa de vecinos con innumerables propietarios e inquilinos y el conde ni está ni se le espera. De hecho nadie ostenta ese titulo hoy en dia.

“Por los campos de Jerez a caza va el rey don Pedro:
en llegando a una laguna, allí quiso ver un vuelo.
Vido volar una garza, desparóle un sacre nuevo,
remontárale un neblí, a sus piés cayera muerto.
A sus piés cayó el neblí, túvolo por mal agüero.
Tanto volaba la garza, parece llegar al cielo.
Por donde la garza sube vió bajar un bulto negro;
mientras mas se acerca el bulto, más temor le va poniendo:
con el abajarse tanto, parece llegar al suelo
delante de su caballo a cinco pasos de trecho:
dél salió un pastorcico, sale llorando y gimiendo,
la cabeza desgreñada, revuelto tráe el cabello,
con los piés llenos de abrojos y el cuerpo lleno de vello;
en su mano una culebra y en la otra un puñal sangriento;
en el hombro una mortaja, una calavera al cuello:
a su lado de trailla traia un perro negro:
los aullidos que daba a todos ponian gran miedo,
y a grandes voces decia: Morirás, el rey don Pedro,
que mataste sin justicia los mejores de tu reino:
mataste tu propio hermano el Maestre, sin consejo,
y desterraste a tu madre: a Dios darás cuenta de ello.
Tienes presa a doña Blanca, enojaste ha Dios por ello,
que si tornas a quererla darte ha Dios un heredero,
y si no, por cierto sepas te vendrá desman por ello;
serán malas las tus hijas por tu culpa y mal gobierno,
y tu hermano don Henrique te habrá de heredar el reino:
morirás a puñaladas: tu casa será el infierno.
Todo esto recontado, despereció el bulto negro”
Padrón resuena con fuerte acústica en el panteón de las letras gallegas, ya que a mas de ser la postrera morada de Rosalía de castro, tambien lo es de Camilo Jose Cela, premio nobel de literatura, cuyos restos descansan, por su expreso deseo, bajo un olivo en el cementerio de la parroquia de Iria Flavia, la misma en la que fue bautizado.
En Padrón visitamos la casa museo de Rosalia de Castro, la gran poeta de las letras gallegas. Aqui residió los últimos tres años de su vida y aqui falleció, en la habitación que da a esa balconada. En sus últimos momentos pedía que le abrieran esa ventana para poder ver el mar.
Los restos mortales de Santiago fueron traídos por los monjes Anasatasio y Teodroro en un barco (de piedra!) desde
Palestina . Arriban por la Ria de Arousa y,
al llegar a Padrón, amarran la barca al
Piedrón, la columna de piedra que aun se
conserva, ya gastada por la lluvia, en una pequeña iglesia junto al rio. Aquí en
Padrón obra el apóstol su primer milagro, ya que al colocar el cadáver sobre la
dura roca, esta se ablanda como plastilina y se adapta a la forma a la forma
del cuerpo como un guante compostelano.
La ciudad de Compostela está situada entre dos ríos llamados Sar y
Sarela. El Sar se encuentra al oriente entre el Monte del Gozo y la
ciudad, y el Sarela al poniente. Las entradas y puertas de la ciudad son
siete. La primera entrada se llama Puerta Francesa; la segunda, Puerta
de la Peña; la tercera, Puerta de Sofrades; la cuarta, Puerta del Santo
Peregrino; la quinta, Puerta Falguera, que conduce a Padrón; la sexta,
Puerta de Susannis; y la séptima, Puerta de Mazarelos, por la que llega
el precioso licor de Baco a la ciudad.
Codex Calixtinus, capítulo IX
Santiago de Galicia (...) Las almas todavía guardan alli los ojos abiertos para el milagro
Valle Inclán
La Isleta es la punta de lanza de la ciudad de Las Palmas que
se adentra en el mar en la esquina noreste de Gran Canaria. Antiguamente era
una isla que unicamente se unía a la ciudad a traves de un ismo que solo
emergía durante la marea baja. Quizas por ese aislamiento, la Isleta siempre fue un
paradigma de vida alegre, tolerante, populosa. Un poco al margen de la ley.
Durante el siglo XX se fue ganando terreno al mar y el ismo
quedó urbanizado y edificado, consolidandose como parte de la cuidad, de forma
que actualmente, siendo rigurosos, deberiamos llamarlo la Peninsuleta
Las Canteras es la principal playa de la ciudad de Las
Palmas de Gran Canaria, donde se puede disfrutar de aguas tranquilas durante todo el año.
Esto se debe a su emblemática barra que hace las veces de rompeolas natural y
ofrece múltiples zonas llenas de vida marina. Una barrera de roca sedimentaria
de arenisca y deposiciones calcáreas de origen volcanico que discurre en
paralelo a la orilla y emerge con la marea baja proporcionándole abrigo frente
al oleaje del norte.
Tavira
fue árabe hasta el siglo XIII, cuando fue reconquistada por Paio Peres Correia este cristiano medieval,
tras la provocación que supuso el asesinato de siete caballeros de la Orden de
Santiago a manos de los árabes durante una tregua. Muy cerca del puente romano,
junto a la Iglesia de Santiago, una calle lleva el nombre de 'Los Siete
Caballeros'.
El puente romano que une las dos partes en que
se divide la ciudad, también divide a su vez el rio, ya que son dos cauces
distintos. El rio que llega hasta el puente romano es el Gilao, sin embargo
desde ahí hasta la desembocadura es el Sequa.
amica veritas, sed magis amicus plauto
Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.
En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.
Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.
Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.
Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.
En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.
Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.
Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.
Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.