viernes, 25 de septiembre de 2009

San Andrés de Teixido

"en la pared un mapamundi, y colgando del ártico, entre Groenlandia y los mares cálidos, un rácimo de figuritas de pan de San Andrés de Teixido"

Manuel Rivas
Cuando vayais a Galicia un sitio que no podeis dejar de visitar es San Andres de Teixido. Y no se trata de una recomendación, es simplemente quer no podeis dejar de visitarlo, porque a San Andres de Teixido "vai de morto o que non vai de vivo", o sea que si no vas de vivo, iras de muerto. Asi que hay por alli un trajín tremendo de almas en pena que vienen post mortem a cumplir con el santo, a menudo reencarnados en forma de pajaros, hormigas u otros animalillos, en un sincretismo religioso muy poco ortodoxo.

El origen de este peregrinar se encuentra en un ataque de celos del santo. Parece que San Andres tenia envidia de Santiago al ver a tantos pregrinos dirigiendose a su tumba, asi que rogó para conseguir un pouco de seguimiento. Y hete aqui que el mismisimo Dios se le apareció en persona y, cansado de sus lamentos, le concedió nada menos que la peregrinación universal. Todo ser humano habría de pasar por alli, en vida o despues de diñarla. El que no llora no mama.

Asi que os recomiendo que vayais a San Andres de Teixido cuando aun esteis vivos, que una vez difuntos vete tu a saber si no será mucho mas lio.

8 comentarios:

gus aneu2 dijo...

Es como la versión galega del traje del emperador, sólo que es dios el que hace de sastre estafador, a ver quie dice nada, ni os rapaziños.
Se te echaba de menos, ya tengo ganas de ver esas entradas de NYC.

Ordaz dijo...

Hola. He estado leyendo algunas entradas de tu blog y me está gustando bastante. ¿Te gustaría hacer un intercambio de links?. Tú pones mi blog en el tuyo, y yo pongo el tuyo en el mio, de forma que sea beneficioso para ambos. También hay que tener en cuenta que la temática de los dos blogs es distinta, por tanto no nos quitaríamos visitas.

Mi blog es http://la-tangana.blogspot.com/

Buena suerte con el blog. Ya me dirás.
Saludos.

Unknown dijo...

coño! en tu página me quieren regalar un audi! Aventurero! estás que lo tiras chico....
(el color me da igual por cierto)

Muskilda dijo...

Si, si.... pero tus aventuras en tierras galegas ya son noticias viejas. Algunos queremos ver algo de tu último viaje, no se, a tí y a la aventurera cantando y bailando "New York, New York" por la Quinta Avenida, esa visita a la zona cero, Woody Allen tocando el clarinete... Todos esperamos mucho de ti.

gus aneu2 dijo...

Eso digo yo!!!!!!!!!!!!!
ƒƒƒ New york newyork ƒƒƒ


EL AVENTURERO dijo...

ya va, ya va

cosmopolitana dijo...

Hala, venga, que sí, que Galicia muy bonito y muy gallego. El populacho pide NY.

Anónimo dijo...

Dí que sí cosmopolitana, y además, nuebayor es muy gallega, a ver quién dice que no, y si no que vayan a hoboquen, que está allé al lado.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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