martes, 24 de junio de 2014

Eibar

El otro dia fui a Eibar a dibujar con los amigos de EUSKAL HERRIA'S SKETCHCRAWL.

Aunque llegué tarde, el dia cundió y me dio tiempo a hacer varios dibujos, y me quedé con ganas de mas, porque Eibar es un pueblo con una orografia escalofriante, encajonado en el valle del Deba, con los montes que se elevan amenazantes sobre los edificios,  visualmente aplastados contra la ladera. Tiene, por otra parte,ejemplos de arquitectura industrial racionalista muy fotogenicos.

Ademas de ser el pueblo natal de Zuloaga, uno de mis pintores favoritos, Eibar es  una localidad con mucho caracter. Fue en esta plaza, al lado de este quiosko que parece sacado de la rue del Percebe, donde por primera vez ondeó la bandera republicana el 13 de abril de 1931. El ayuntamiento eibarrés proclamó unilateralmente la República un dia antes de que España diera ese paso, al expulsar a Alfonso XIII, "no por rey sino por ladrón" en palabras de Valle-Inclan. Tome nota su biznieto.

 

 
El escritor eibarrés Toribio Echeverria redacta, en su libro Viaje por el país de los recuerdos la proclamación de la Segunda República en Eibar de esta forma:
 “y antes de las seis de la mañana habíase congregado el pueblo en la plaza que se iba a llamar de la República, y los concejales electos del domingo, por su parte, habiéndose presentado en la Casa Consistorial con la intención de hacer valer su investidura desde aquel instante, se constituyeron en sesión solemne, acordando por unanimidad proclamar la República. Acto seguido fue izada la bandera tricolor en el balcón central del ayuntamiento, y Juan de los Toyos dio cuenta desde él al pueblo congregado, que a partir de aquella hora los españoles estábamos viviendo en República.”

4 comentarios:

Jose Felix Morales dijo...

¿A qué rey se supone que los españoles expulsamos en 193?¿Al emperador romano Adriano?

El crítico Larrauri dijo...

El Eibar esta en Primera...Un poquito de información.

El crítico Larrauri dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EL AVENTURERO dijo...

vale, jose feix, corregido
y como dice larrauri, han subido a primera, aunque creoq ue tieen que juntar rapidamente un millon de euros, que si no descienden a tercera regional

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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