viernes, 6 de julio de 2007

El retolno


Hola, amigas y amigos
Os he tenido un poco abandonados, entre mis vacaciones y que tengo el ordenador un poco jodido, pero en unos dias me asentaré y espero recuperar el ritmo habitual. Ya os contaré algo de estas ultimas vacaciones, aparte de las ya clasicas secciones retrospectivas.
De momento os dejo este dibujito de Lisboa

10 comentarios:

JoFz dijo...

Nuevos proyectos me han hecho perder mi identidad, o mejor dicho cambiarla por esta otra.
Siempre es una alegría saludar a un amigo que regresa de un largo viaje, cuanto más si con su regreso trae nuevas historias y aventuras que contar.
Un abrazo.
Gus Aneu
Pd.- ¿el dibujo es Belen?

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Adelante con tus historias Aventurero, que ningún anónimo mediocre empañe tus crónicas.

¿Será anónimo porque todo el mundo le ignora?

Jas dijo...

Rebuenas Bajito, ya se te echaba de menos, cuenta, cuenta...

Lo que me parece increible, es que hasta en este blog aparezcan "anónimos" queriendo joder la marrana, es flipante.

Pa mi que si Judax, seguro.

Te recuerdo lo que puse en el anterior coment...Bajito, sabes que puedes borrar CUALQUIER comentario, no? ;-)

EL AVENTURERO dijo...

hola jorfz, antiguo gus, es la praça alegria

anonimo, que guapo estas cuando te enfadas
ese judax, no te preocupes, ya habia oido hablar de los trolls bloggeros, que se cuelan de anonimos en un blog y despotrican un poco. Pues nada oye, que se desahogue

EL AVENTURERO dijo...

hola, jas, piensas que merece la pena borrarlo? a mi no me molesta demasiado excepto cuando se mete con la gente que comenta

JoFz dijo...

En fin (gracias aventurero por tu buen hacer como anfitrión) vamos a lo serio:
VIVA SAN FERMÍN, GORA SAN FERMÍN
Y por cierto, que maravilla una ciudad que dedica una plaza a la Alegría.

Campanilla dijo...

¡Hola de nuevo Bajito!

Aunque no suelo dejar comentarios, que sepas que soy asidua visitante de tus "Viajes Morrocotudos", y que ya te estaba echando de menos. Hoy he querido entrar para apoyarte con tu fantastico blog, me encanta viajar y ahora que no puedo hacerlo por mi estado leo muchos libros de viajes para, por lo menos, viajar de manera virtual, y tu blog tambien me esta ayudando mucho a ello, me esta enseñando un monton de cosas interesantes y curiosas de sitios que no conozco. Y si me encantan tus comentarios, tanto o mas lo hacen tus dibujos, que me los estoy guardando todos en una carpeta.

¡Animo Gran Bajito Aventurero! y siguenos haciendo viajar.
Un beso.

lenoreanabel dijo...

Bienvenido aventurero! si es que no paras, qué envidia! el anónimo no dijo que no iba a volver a entrar por aquí?? No debe tener nada que hacer o lo mismo le da envidia porque no puede viajar. ;-) Besitos y ya estoy deseando conocer tus nuevas aventuras.

princess dijo...

Nuestro aventureno volvio!!!!
Que bien, con lo que me gusta tu blog :D

Saludos

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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