lunes, 15 de diciembre de 2008

palindromo

El trazado laberíntico de las callejuelas sugiere que la medina solo puede haber sido obra de un loco. Los pasadizos se enmarañan y solapan en un dédalo inextricable que aturde y hostiga al viandante.

Sin embargo, el caos urbanístico es solo aparente, exterior, y quizás metafórico. Basta con cruzar un umbral para trasladarnos a un orden platónico, una sucesión de estancias en la que cada una es perfectamente simétrica a la anterior.

El contraste encierra un mensaje para quien sepa leerlo, una alegoría de la vida que invita a mirar hacia dentro: el interior, el hogar, la familia, el templo, son reflejos de un perfecto equilibrio espiritual, una relación armónica entre el hombre y su ámbito. Lo exterior, lo mundano solo entraña mentiras y equívocos, desconocimiento y confusion.



MAL SI LE DAS LA FE FALSA DEL ISLAM

La simetría de la imagen me ha traido a la cabeza esta simetría verbal, palíndromo con tintes de anatema.

Siempre he tenido afición por los palíndromos. Incluso en otro tiempo dediqué a largas horas a componerlos. Fruto de aquellas tardes de trabajo e inspiracion me surgieron algunos palíndromos de absurdo contenido (el as a por ropa sale), y otros de mayor enjundia (será para mal amar a pares), pero todos con la elegancia de quien no escatima el tiempo porque siente que su tiempo es anterior (se van, si, mis naves)

8 comentarios:

gus aneu2 dijo...

Hacía tiempo que no nos regalabas ningún palíndromo, de hecho creo que aquel intercambio con el capitán en el blog de la señora fue la única muestra que nos dejastes. Y son una pasada.

EL AVENTURERO dijo...

ya ves a que chorradas dedico el tiempo, gus

Anónimo dijo...

Serán las fechas o serán los palíndromos pero cada día escribe menos gente. Desertores !!!!!!!!

------ dijo...

..es que viajesmostrencos.blogspot.com está mucho mejor y más ameno que este...

------ dijo...

...caísteis!

------ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mentxula dijo...

Artista del Renacimiento, Ugenio!!
Por estos lares se enorgullecen de tus obras y fardan sobre la invención de tus palíndromos. Besotes!

Anónimo dijo...

Good Blog, I think I want to find me, I will tell my other friends, on all

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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