miércoles, 21 de octubre de 2009

Semana de la Moda

Como os decía en el post anterior, en Bryant Park se estaba celebrando la Semana de la Moda de Nueva York, la que marca las tendencias que luego seguirán las demas pasarelas. Aquello era mi sueño hecho realidad: las mujeres mas hermosas del planeta, con unos vestidos ridículos y minúsculos, reunidas bajo esa carpa. Alli pasé largas horas haciendo guardia con mi máquina de retratar. Las horas mas felices de mi vida.

La aventurera, que no comparte mi interés por el mundo de la moda, se opuso al evento con tanta rotundidad como unos manifestantes travestidos que protestaban en las inmediaciones portando pancartas con el lema “Feed the models!” (alimentad a las modelos!)


9 comentarios:

gus aneu2 dijo...

No sería FEED aventurero ploligloton?

Wendy Pan dijo...

... jiji a eso iba yo, querido GUS xD
Y 'by the way', de qué estaba 'afectado' el susodicho? de anorexia? de varicela? de gripe A? de paranoia sobre la gripe A? :O

Porque seguro que las niñas con trajes minúsculos acabaron todas en la cama con fiebre. Es el sinsentido de la "moda" femenina, jerseis de cuello con los riñones al aire, abrigos con la manga por los codos, pantalones principe de gales que te cubren apenas medio culo ..., señores de la moda, por favor "hagan un pensamiento" como se dice por aquí..., ejem

cosmopolitana dijo...

Este lo que quería decir es "Feel the models" que "las metan mano". Inglés sabe, sabe.

EL AVENTURERO dijo...

lo he comprobado ehn una de las fotos y efectivamente era feed the models.

lo corrijo de inmediato, aunque segun la traduccion de metropolitana tambien tendria un sentido

cosmopolitana dijo...

Cosmopolitana! Metropolitano lo serás tú!

Judax dijo...

Cosmopolitano, metropolitano, monopolitano, ... así es nuestro Aventurero, !y muchas cosas más!. Aunque no lo conocía cómo amante del mundo de la moda, pero sospecho los porqués de su interés ... pillín!, se te ha notado con lo de "Feel".

cosmopolitana dijo...

Ahora tienes que cambiar el cartel en el dibujo. O dejarlo...

aventurero dijo...

que picajosos que sois

gus aneu2 dijo...

uyuyuy, no me extraña que la aventurera estuviera que trinaba.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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