mostra
Durante unos dias nos alojamos en el Lido, esa barra de arena que cierra la laguna veneciana, famosa por su larga playa. Esta isla estuvo muy de moda a principios del siglo XX, cuando la realeza europea frecuentaba su casino y sus lujosos hoteles, y los grandes artistas de la época venian hasta aquí a tomar las aguas.
Ahora recuerdo aquella escena de Muerte en Venecia, de Visconti, en la que Gustav Mahler languidecía en una hamaca del Hotel des Bains, mientras una gota del tinte de su pelo desteñido, se le deslizaba por la frente, como la vanidad diluida por una decrepitud inexorable.
Otro motivo por el que es muy conocido el Lido (y la verdadera razón de nuestra presencia) es porque, a principios de septiembre, se celebra allí el Festival de cine más antiguo del mundo, que cada año atrae a las más rutilantes estrellas del celuloide. Como muestra de la Mostra, adjunto un dibujo en el que el Fugitivo del amor y el Gran Dakari, dos de las estrellas menos rutilantes del celuloide, atraviesan la alfombra roja.
Yo seguía la escena con estupor desde el photocall. Vi como se acercaron hasta el director de la Mostra, un tal Müller, y consiguieron estrechar su mano. Pero el tal Müller era mas listo de lo que esperábamos, y se dio cuenta enseguida de la catadura de nuestros dos entertainments. Después de la película, en el backstage, se negó a servirles champán y solo su exquisita educación austrohúngara impidió que los echara a patadas.
3 comentarios:
Visitante 116611. Y yo que me había resignado a no poder atrapar mas capicúas en este el blog de usted.
Yo recibiría con mucha amabilidad y alegría al Fugitivo y al excelso Gran Dakari.
Seguro que el champán estaba caliente...
Bendita austrohungaréz!
jajjajajaja
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