Apropiadamente ataviado para la ocasión, remonté el Nilo y me dirigí a Menfis, capital del bajo imperio egipcio y la ciudad más poblada del mundo hasta el año 2250 a.C. a la que Herodoto describió como una ciudad prospera y centro cosmopolita. Fundada hacia el 3100 a.C. por el legendario Narmer, el unificador del alto y el bajo imperio, en el mágico lugar donde el delta del Nilo se encuentra con el valle.
Vaya chasco! Lo cierto es que yo habia ido a Menfis con la intención de visitar la tumba de Elvis.
Las miradas asombradas de los transeúntes me hicieron pensar que había vuelto a equivocarme. En efecto, aquello no era Memphis, Tennessee, donde vivió y yace enterrado el rey del Rock and roll (aunque yo personalmente creo que el que murió fue su hermano gemelo y que Elvis sigue vivo y regenta un establecimiento de comida rápida en el condado de Shelby, pero eso es otra historia).
amica veritas, sed magis amicus plauto
Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.
En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.
Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.
Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.
Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.
En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.
Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.
Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.
Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.
6 comentarios:
Pero le conocían a Elvis o ni eso?
Ahora que te leo, quizás esos ojos del rey tienen algo de egipcios... ;)
Saludos
un establecimiento de comida rápida en el condado de Shelby, con Marilyn de camarera... justo al lado de la gasolinera que tan bien cuidada tiene Kennedy desde hace algunas décadas.
Estoy de acuerdo contigo aventurero!!! Elvis está vivo y el que está enterrado es su gemelo! Jejeje. qué gran decepción menfis, básicamente porque la ciudad está arrasada y queda muy poco que ver a parte del coloso del fardón de ramsés!
Querida Lenoreanabel, es lo que tiene el "homo sapiens"...
..., me acaba de entrar una tremenda sensaciónde deyá vú (lo siento no se franchute, eso DulciBea)!
La verdad prefiero a un Elvis cualquiera que al tío ese haciendo el "cuñao", paseando por las arenas desiertiles.
hola, cuadrilla
aunque he procurado meter nuevas entradas, he estado un poco disperso ultimamente y casi no he contestado a vuestros comentarios, pero ya me he vuelto a asentar asi que volvemos a la carga
Bajito trovador de menfis: eres un crak!!!!!!!!!!!!
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