Porca miseria!

Ante la proximidad de las elecciones, ayer mismo, el ejercito italiano metía las excavadoras en las calles de Nápoles para retirar la basura que se acumula por todos los rincones. Solución provisional para un problema endémico.
Si bien es cierto que el centro de la ciudad se mantenía mas o menos limpio, según salías hacia el extrarradio las bolsas de desperdicios se adueñaban de las aceras, llegando a formar rotondas de basura en las intersecciones de las calles, alrededor de las cuales giraban los coches.
Los contratos de recogida y tratamiento de basura en Nápoles han sido sistematicamente adjudicados a empresas vinculadas a la Camorra, que ofertaban precios muy por debajo de los del mercado.
Llenos de entusiasmo, salían los camiones y recogían ordenadamente los containers de papel, pilas, residuos orgánicos, vidrio, deshechos hospitalarios. Después lo juntaban todo, lo mezclaban bien y lo tiraban por el primer terraplén que encontraban con camión y todo. Se le echaba un poco de tierra encima o se le pegaba fuego y aquí paz y después gloria.
Con los precios tan por los suelos como la propia basura, no es de extrañar que todos la desperdicios de Italia (y de otras naciones de Europa) fueran a acabar en la región de Campania. Dicen que en los vertederos de la comarca se ha depositado desde sacos de las antiguas liras hasta un esqueleto de ballena.
Gracias a la saturación y alta toxicidad de los vertederos, la basura se ha instalado en las calles de Nápoles con tanta estabilidad como el mobiliario urbano. Debo añadir que esta situación no ha sido obstáculo para la fruición ni la movilidad del aventurero: la inmundicia es su habitat natural.