martes, 25 de marzo de 2008

sofia



Aqui el aventurero desde Napoles, a punto de salir a comprobar la licuefaccion de la sangre de san Genaro.

Como no tengo scanner para meter dibujos os adjunto una interesante fotico

Se trata de la SOFIA LOREN, bellissima napolitana e icono de esta ciudad, comprobando entre incredula y rabiosa que Jane MANSFIELD superaba holgadamente su capacidad pectoral.

Esto para los napolitanos supuso una humillacion comparable a su anexion a la corona de Aragon, al comprobar como su ragazza mas dotada fue de largo desbancanda en cuestion toràcica por una cow girl americana .



14 comentarios:

gus aneu2 dijo...

No tengo palabras...

Wendy Pan dijo...

...interesante para quién?

(y da gracias de que no tenga emoticones a mano por aquí, ejem, ejem).

gus aneu2 dijo...

A mi me resulta muy interesante. También a Javier Marías le resultó interesante y le dedicó parte de su enorme (en todos los sentidos) última novela "Tu rostro mañana" en su entrega final "Veneno y Sombra y Adios" y lllegó incluso a compartir su interes (como nuestro buen anfitrión) reproduciendo la estampa en la edición de Alfaguara (pag. 30)
Un beso wendy.

Anónimo dijo...

joder con las foticos virgilio, esta parusia de pachamamas me ha dejado sin aliento: senos de sombras que palpitan y piensan!!.

srta. darling en tu pueril topografia hay tomcats feelings que no puedes comprender. en este tunel de aire estoy en la succion del padrino y por fin, pago gustoso mi obolo.

Wendy Pan dijo...

Oh no, señorito filcar, lo entiendo perfectamente, incluso ferpectamente. Pero me indigna que se reduzca a ese par de señoronas a un simple excotex, that's all

Y Gus, querido, yo también escribiría la biblia en verso teniendo y reteniendo en mis humildes retinas los abdomineitors de mi Geraldo Butler...

pero un poquito de porfavor señores, que Sofía es mucha Sofía.

Aprendiendo... dijo...

Estoy con Wendy.
Además, creo que la mirada, más que de envidia, es más bien de "En cualquier momento se le escapa una"...

Anónimo dijo...

lucientes srtas. darling & petit larousse: atribulado ante la baraunda por la indignacion, que las dignadas dignifican y que a vosotras indigna, digo zambomba:
4 exocet & 2 estulticias - en esta inmanencia nones – cual untuoso sochantre espero canten bonitamente la palinodia en el punto.

gus aneu2 dijo...

Sea como sea yo sigo en el tunel de viento, aunque aparte del óbulo me cueste leer una oda abdominal.

Anónimo dijo...

aventurero! despierta! espero con impaciencia tus crónicas de Napoli.

y sin ánimo de polemizar, a mí también me parece muy interesante la fotico. Da gusto, la verdad. La Mansfield, lo mismo que la Monroe, siempre me han inspirado ternura.

y qué tiene de malo, si a ellas les gusta lucirse, que los demás disfrutemos de su belleza pectoral, mental o lo que a cada cual le parezca?

EL AVENTURERO dijo...

siento haber encendido esta agria polemica, pero la evidenciaq es irrefutable:sofia era nucho sofia, cierto, pero la mansfiel era mas mansfiel que la sofia sofia,

gus aneu2 dijo...

Ya de vuelta aventurero?
Aqui no hay polémica ninguna, de hecho, si en un sueño sucediera te dejaría a ti elegir primero a cual de las dos damas pedirle un baile.

Anónimo dijo...

padrino, si este tretragramaton deviene en baile y dado la torticera rifa de numeros con virgilio de aqui arriba, no me tentare por la elegia -que juzgo acerbamente y con razon-.

cantad al Señor, hermano -me diras-, tañed la lira y la citara y dad saltos de alegria como el recental al ver la ubre ... como el bueno de diogenes se rasca la barriga.


honi soit qui mal y pense.

gus aneu2 dijo...

Con tu emblema de la orden, capitán, no hay duda de que no te será necesario faltar al primero para tener a ambas reinas pendientes de tu cartilla de baile.

Tom Hagen dijo...

Pues yo prefiero a la Sofía, será el carácter latino...

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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