lunes, 9 de junio de 2008

Una jornatta a Capri


Aquella mañana lluviosa cogimos un barquito para ir a la isla de Capri. Actualmente esa roca de 17 kilómetros cuadrados frente a la costa sorrentina acoge a unos 30.000 turistas al dia y dejan entrar a gente como yo, pero hasta hace poco era el centro de reunión mundana de aristócratas y artistas de todo el planeta.

En Capri han buscado inspiración escritores como Oscar Wilde, Rainer Maria Rilke, Graham Greene, Marguerite Yourcenar, Pablo Neruda, Ernest Hemingway, Elsa Morante o Alberto Moravia, músicos como Mendelssohn o Debussy, y pintores como Marinetti, creador del futurismo. Tambien recalaron por alli magnates como el conde Zeppelín, Aristóteles Onassis y Jacqueline Kennedy o el industrial alemán August Krupp, gran beneficiario del poder nazi.

Pero lo que consagró a Capri como la isla del glamour fue el interés que despertó en el mundo del cine desde que Vittorio de Sica dirigió Capri en 1959, con Sophia Loren y Clark Gable. Desde entonces las lujosas villas de Capri han acogido a numerosas estrellas de la gran pantalla. Desde Liz Taylor, Joan Crawford y Jack Lemmon, en los años 50 y 60, hasta Tom Cruise, Uma Thurman, Warren Beatty, Annette Bening o Sigourney Weaver, en la actualidad.

Pero tambien ha sido destino de exiliados y apartidas, ajenos a ese desfile de ostentación y riqueza. En una de las casas, se puede leer en una placa: «En esta casa, de marzo de 1909 a febrero de 1911, vivió y trabajó el escritor ruso Máximo Gorki y aquí se alojó en 1910 Vladimir Lenin, fundador del Estado soviético».

Curiosamente los locales de Prada, Dolce & Galbana, Gucci, Channel y las firmas de moda más exclusivas del mundo rodean la casa en la que residió Lenin. El camarada Vladimir Illich se revolvería en su tumba si no le tuvieran convenientemente momificado en el mausoleo de la Plaza Roja.





14 comentarios:

Freia dijo...

Y que Vd. lo diga, Aventurero. Huiría espantado y tan deprisa como pudiera.
La música ha desaparecido a mitad de la audición, pero volveré por aquí para saborearla entera.

Freia dijo...

Ahora sí puedo escucharla. Reconozco mi total desconocimiento de la banda sonora de La última legión (y de muchas otras cosas más), pero me gusta mucho Patrick Doyle. Y me ha encantado el tema. Casi, casi se podía ver al pobre Vladimir Illich huir "subrepticiamente" y de noche, por las estrechas callejas de la isla.
Un gustazo el paseo sr. Aventurero.

Martine dijo...

¡Y Tiberio el Emperador! En esta isla daba rienda suelta a todas sus depravaciones, según describió tan bien Suetonio.
Suerte tuvimos que al dar nombre de Cesares a nuestros meses se detuvieron a Augustus, nuestro Septiembre hubiera llevado el nombre de Tiberio!
Por Jupiter de que nos hemos salvado...

Como nos tienes acostumbrado, Excelente el conjunto y además la compañia de mi muy querida Freia!

Un beso "Aventurier"...

M.R dijo...

Te ha quedado precioso este dibujo , esos colores y esa luz, asi da gusto conocer ciudades, pueblos y las historias variopintas que nos cuentas....Cuanto tiempo estuviste en Italia?

EL AVENTURERO dijo...

en otra entrada hablare de la vida de tiberio en capri, selma

mr, en italia he estado seis o siete veces, es un pais que no se agota, siempre hay mas cosas que ver

Martine dijo...

Espero esta Entrada impaciente
" Aventurier" ¿Cúantas XXX piensas poner? ;-)

Un bisou.

Wendy Pan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Wendy Pan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Wendy Pan dijo...

Justo estos días vuelven a poner la serie italiana "Capri" y no se si me gusta más por los ragazzos o por esos paisajes maravillosos. Por no hablar de "Villa Isabel" (vete tú a saber como se llamará realmente).
Qué envidia cochina Aventurero, has estado en Capri de verdura?

Pa los demás la serie la ponen en Localia, pero me temo que se está terminando ya. Es esta
http://www.youtube.com/watch?v=Ch1TzqSn7uA&eurl=http://www.webmunism.com/vids/of/capri

Wendy Pan dijo...

Señor VEnturero, me borre la primera entrada, quesque no funcionaba el link y al querer quitarlo me sa ido todo al traste y ahora está repe, snif, soy una negá, pero mencanta Capri

berta dijo...

Buenas noches aventurero
Me encantan sus dibujos y sus textos.. Selma tenía razón! La verdad es que también siento un poco de envidia de todo lo q ha trotado usted... aunque estoy viviendo en Italia unos meses y espero trotar mucho más en el futuro.. Por el momento puedo 'quitarme el mono' viajando por su blog. Gracias por llevarnos a todos en su maleta.

Anónimo dijo...

al canto me remito edward platt: por aquellas marrullerias y trampantojos y tu flebil e irresponsable togada, esto ya es imperio heril de las guerreras de 1 teta.
a mas inri, Cristo dijo que el que tal hiciere, "reo es de la gehenna del fuego". nada menos.

prende la radio aventurero, quita las guirnaldas a las oropendolas y sige pimpante resistiendo la accion del fuego sin alterarte, que la vanidad es su pecado favorito.

EL AVENTURERO dijo...

wendy, a ver si nos centramos, mujer

berta, si puedes aprovecha y date una vuelta por napoles, merece la pena

filcar, no te preocupes, soy impermeable a las tentaciones de la vanidad

berta dijo...

Ojalá pudiera... pero me quedan escasamente 20 días, y aunque lo he intentado, la escapada a Nápoles se me ha resistido. Pero volveré, como dijiste, Italia no se acaba nunca. Estoy en Siena, la Toscana me la he pateado bastante, y también Milano, Roma (tantas veces como he podido), Venecia, Padua, Verona... hacia el sur sólo la Calabria y Cerdeña, por desgracia.
Un bacio!

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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