domingo, 17 de enero de 2010

El fugitivo

Hace unos días el Fugitivo del amor abandonó su crónica diaria, ofendido en su susceptibilidad por algún comentario, sin duda bienintencionado, de Cosmopolitana, y abatido por la irrecuperable pérdida de personas cercanas, como Ivan Zulueta y Eric Rohmer.

Esta deserción ha provocado un cierto revuelo en la red y ha levantado una oleada de protestas. El mismísimo crítico Larrauri, tan corto en palabras como en obras largo, ha conminado al fugitivo a recapacitar. Y la verdad es que era bonito abrir su página cada mañana, pensando “a ver por donde amarga hoy el fugitivo”, como decía Marina.

Pues bien, yo hoy quiero unir mi voz a esa vindicación y aprovechar esta tribuna pública para impeler la pronta reactivación del blog del fugitivo.
Si, ya sé. Ya sé lo que me vais a decir:

- que se pone demasiadas camisetas una encima de la otra, intentando vestir como un jovenzuelo cuando tiene mas años que la pana
- que la mayoría de la imágenes de su blog están robadas del archivo gráfico “Adolfo con celebrities”
- que entre tanta verborrea vacía lo único gracioso de son los aforismos de Desmon
- que no se ha leido los libros que recomienda
- en resumen, que el relato de sus andanzas aburre a un cactus

Pero yo os digo ¡No! Tenéis que darle una oportunidad. Solo hay que leer entre líneas, buscar la sabiduría oculta en sus palabras. Detrás de esa prosa seca y sarcástica, se esconde un cronista tierno y sagaz, que expone sus entrañas en cada entrada. El fugitivo es una de las mentes más lúcidas del ciberespacio. El azote de los bienpensantes, la voz que clama en el desierto.

Yo, a pesar del trato hostil que a menudo me dispensa, le tengo un gran aprecio. Por eso quiero pedirle que regrese. Qué digo pedir, le exijo que regrese, con el derecho que me da la sólida amistad que desde hace años nos une. Me atreveria a parafrasear a Machado para decir “mi soliloquio es plática con este buen amigo, que me enseñó el secreto de la misantropía”


9 comentarios:

Judax dijo...

Que vuelva, no puede abandonarte (se ve que le necesitas).

Buen dibujo, has conseguido que pueda identificarlo a primera vista.

Judax dijo...

Mmmmmmm ... me parece que alguien cumple años hoy ... ZORIONAK !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

EL AVENTURERO dijo...

QUIEN CUMPLE HOY? yo no, eh, el mio es el lunes sigueinte

cosmopolitana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
cosmopolitana dijo...

Cosmopolitana desea añadir que durante estos últimos días se ha sentido como una niña pequeña que despues de haber hecho una travesura inocente recibe un castigo desmesurado. Un azote hubiera servido.

cosmopolitana dijo...

Gracias por el dibujo Aventurero, es excepcional. Es una caricatura? Y gracias por apoyar la causa, espero que recapacite y vuelva.

gus aneu2 dijo...

Que nos tenía preocupados y es que estaba en Paris, como una nueva variante en la vieja tradición de acudir a su propio funeral, desapareciendo un tiempo para ver la lista de deudos.
Pillín pillín.

El Fugitivo dijo...

Estoy preocupado por el comentario suprimido. ¿Alguien que decía la verdad y me ponía en mi sitio? La verdad es que las palabras del aventurero me han emocionado. Sobre todo cuando dice que me pongo muchas camisetitas.

EL AVENTURERO dijo...

no te preocupes, fugi: era un comentario de cosmopolitana que decia lo mismo que en el sigueinte

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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