lunes, 4 de octubre de 2010

Cafes de San Marcos

En el menu del Florian dice: "Italia es el pais mas hermoso del mundo. Venecia es la ciudad mas hermosa de Italia. Piazza San Marco es la plaza mas hermosa de Venecia. El Cafe Florian es el mas hermoso de Piazza San Marco. Por lo tanto, usted está tomando un cafe en el lugar mas hermoso del mundo. "


Hablemos hoy de algunos cafes situados en los soportales de la Plaza de San Marcos. Sus precios solo los hacen accesibles para economías saneadas, como las de nuestros conocidos del Harry´s, pero hay que reconocer que su privilegiada situación, sus orquestas interpretando piezas de Vivaldi, su dilatada tradición y su suntuosa decoración dotan de gran encanto a estos locales.

Locales como el Cuadri, donde solian reunirse los oficiales vieneses durante la ocupación austro-húngara y donde los políticos decidían grandes asuntos de estado. O el Lavena donde intelectuales y artistas como Gabrielle D'Anunzio y Richard Wagner se codeaban con extravagantes aristócratas, como la marquesa Casati Stampa, musa de Cocteau y de Man Ray, que solía acudir con su leopardo atado de una correa.

Pero el mas famoso de todos es el café Florian, considerado como un simbolo en Venecia y uno de los cafes mas antiguos de Italia.

Su historia data de 1720, cuando Floriano Francescani lo inaugura con el nombre de "Alla Venezia Trionfante". En estos 300 años de historia sus salones han sido testigos de primera mano de todos los grandes acontecimientos, desde la caida de la Republica Serenisima , a las conspiraciones francesa y austriacas, de la Unidad de Italia a las guerras mundiales.

El Florian fue el primer local que permitio la entrada a mujeres, lo que convirtió a Casanova en un gran asiduo, como lo fueron mas tarde Lod Byron, Proust, Goethe, Rousseau, Stavinsky o Modigliani.


8 comentarios:

DtV dijo...

Lod Byron, Proust, Goethe, Rousseau, Stavinsky, Modigliani, Casanova y el Aventurero. No podía ser de otra forma.

El crítico Larrauri dijo...

Y el Fugitivo y el Gran Dakari, el círculo se cierra...la obra ha sido consumada.

Snad dijo...

tengo debilidad por tus entradas que ocurren en bares,cafés u hoteles. Son mis dibujos preferidos.
[por cierto, mi número de visitante 112513 coincide exactamente con los de mi cuenta corriente, en euros, claro].

Judax dijo...

Sospecho que El Fugitivo mantendría las manos en los bolsillos

Alp dijo...

¿Que Lord Byron permitió la entrada de mujeres? No seré yo quien cuestione tus fuentes,pero lo del camello y la aguja me parece más verosímil. Me pasa parecido que a Snad: mi cuenta corriente coincide con el nº de entradas a este post (en euros, claro).

EL AVENTURERO dijo...

comoeres alp, siempre buscando tres pies al gato
ya lo he cambiado aver si asi queda mejor

y me alegro de que tu cuenta y la de snad esten saneadas

Alp dijo...

Mucho mejor. Lo de mi cuenta no tanto: me refería a 6 (seis), en euros, claro.
Baidegüey, coincido con Snad tb en lo de los post de bares, cafes y hoteles, sitios que dan realmente el pulso de los lugares a los que viajas.

Snad dijo...

.dan mucho juego las zarzaparrillas que toma Aventurero a media mañana.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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