Fue la intermediación de William Spratling la que propició la creación de una de las mas bellas obras del arte mejicano del siglo XX. En efecto, Spartling convenció a Morrow, el embajador norteamericano, para que encargara a Diego Rivera la decoración de las paredes exteriores del palacio de Hernan Cortes, en Cuernavaca, la que fuera primera residencia oficial del conquistador. Parecian irreconciliables las posturas de Rivera, ferviente comunista, y de Morrow, embajador del vecino ultra capitalista, sin embargo Spartling les convenció de las posibilidades de combinar el talento de uno y el mecenazgo del otro.
Morrow adoraba Cuernavaca y puso bastante dinero para embellecerla. Incluso llevó en un viaje promocional a Charles Lindbergh. Al primer hombre que cruzó el Atlántico en vuelo solitario debio gustrale porque acabó casandose con la hija del embajador.
Morrow se hizo construir una lujosa casa que en Cuernavaca, que se conoce como la “Casa del Mañana” y es que Morrow se desesperaba por la lentitud en su construcción y cada vez que preguntaba “Cuándo estará lista?”, el encargado de obra respondia invariablemente “Mañana!!”
Esta casa actualmente alberga el restaurante “la india bonita”, considerado uno de los mejores de Mexico.
amica veritas, sed magis amicus plauto
Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.
En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.
Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.
Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.
Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.
En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.
Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.
Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.
Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.
3 comentarios:
Que alegre me decía..., cuálo?!!
Ahora mas dejao a cuadros con la banda sonora de esta entrada, nen!
Por no decir que eso de "the house of tomorrow" suena a peli de los hermanos Wasorsky esos jejejeje
... y no hiciste mini-reproducción de la obra de RIvera, eso sí que me gustaría verlo de verdura ;)
Besotes
tremendo el rancho grande, de elvis, eh Wendy?
Eso no se paga con dinero Aventurerín jajajajajajajajaja
Más que tito Elvis cantando parece un gato ronroneando jajajajaja
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