miércoles, 28 de mayo de 2008

peyreperteuse








Desde el castillo de Peyre-
perteuse se divisa, en la lejanía, el castillo de Quéribus, y mas alla, el mar Medi-
terraneo.



El castillo de Peyrepertuse se compone de dos edificaciones diferentes, situadas en el mismo promontorio rocoso de más de 300 metros de largo. Una autentico nido de nido de aguilas colgado en la roca. El castillo perteneció desde 1162 a los reyes aragoneses, y permaneció ajeno a las revueltas cátaras. En 1240 fue tomado por las tropas francesas, convirtiéndose a partir de este momento en una plaza fuerte francesa, frente al Rosellón español. Desde alli Enrique de Trastamara organizó la sublevacion contra su hemanastro Pedro el cruel, rey de castilla, al que destronó y mató con la ayuda de Bertrand du Guesclin . “Yo ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”, dijo el tal Bertand mientras le ponia una zancadilla a Pedro, que en esos momentos se batía con su hermanastro en no tan singular combate.







8 comentarios:

el fugitivo del amor dijo...

¡Menudo peñazo! Porque no cuentas lo que a la gente le interesa: si hay bares en la zona, si se liga o no, a cuanto está la caña, etc. Temas que no nos hagan bostezar. Si quisiésemos saber de historia o arquitectura no estaríamos en esta página. Tengo sueño.

EL AVENTURERO dijo...

lo siento, amigo fugitivo, esta es una pagina culta y selecta. Cierto que puede ser aburrida en algunos momentos, pero ni la mitad que la tuya con tus constantes alusiones a la nouvelle vague y al mayo del 68, ora en contra, ora a favor.

de todas maneras, haciendote una concesión te dire que alli no se liga, no hay bares y la cerveza es cara

DtV dijo...

Tiene razón el aventurero, francia es un país de señores bajitos e inseguros, que pudiendo elegir a una lozana Leticia Casta se quedan con una modelo cantarina. Y beben vino en bistros. Sin duda su mayor valor es su historia plagada de decapitaciones y adoquines levantados.

el fugitivo del amor dijo...

Textos farragosos, aventurero. Creo que hay un antes y un después de la Aparición de la aventurera. La frecura de tus relatos ha dado paso a un sin fin de datos sin el menor interés. Donde había risas hay bostezos. Tienes que hacer algo.

EL AVENTURERO dijo...

mira el fugitivo hace dos semanas que ha abierto un blog y ya se permite dar lecciones

Wendy Pan dijo...

Aaaaaaaaaaaaaaagh! odio a los tramposos.

Fugitivo, no sigas por ahí o te desterramos, ala!

gus aneu2 dijo...

Fugitivo quiere fugarse con aventurera, uyuy!!!

Anónimo dijo...

sandia: con coordenadas dichas al socaire, has arrugado la sabana. que esto no es nido e gorila y va contra toda asfaltada urbanidad, entrar pegando portazo. la unidad es superior al conflicto, la puerta siempre ha de quedar abierta.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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