jueves, 12 de marzo de 2009

ramblas

Tratádose de un viaje a Barcelona, era inevitable hacer un dibujito de las Ramblas.
Esta es la casa Bruno Quadros, en la esquina con la calle Boqueria, y el detalle de un dragón chino que vigila a los paseantes desde la fachada de la paraguería y la sucursal del banco de Sabadell.

Las ramblas, ese micromundo urbano que desemboca en el Mediterráneo, que yo sepa es la única calle del mundo que ha dado lugar a un verbo: ramblear





"El pasado 1 de diciembre, siguiendo una vieja costumbre de cuando paro en Barcelona, salí a ramblear. Digo ramblear o ir de rambleo, porque un paseo por la gran arteria de la Ciutat Vella, única en España, Europa y quizás el mundo, no es lo mismo que deambular por Gran Vía, Broadway o los Campos Elíseos. Se ramblea, como se medinea en el espacio de las ciudades islámicas.

Si el tiempo lo permite -y la tarde era espléndida-, el ramblero se detiene a contemplar las actuaciones de los juglares y las poses, cada vez más insólitas y elaboradas, de las estatuas vivas. Puede retratarse con la mujer obesa con falda de miriñaque, asistir a la danza de la muerte de algún hábil titiritero, dar con un monstruoso avechucho de alas inquietantes; curiosear por los puestos de flores y plantas exóticas; detenerse a examinar los acuarios y jaulas con toda clase de pájaros y tortugas. La multitud que fluye como el río de Heráclito se expresa en un Babel de lenguas: catalán, castellano, francés, inglés, alemán, árabe, urdu, chino..."


Juan Goytisolo

9 comentarios:

Anónimo dijo...

to ramble: pasear, vagar, serpentear,....parece que también existe en inglés...., ¿de donde vendrá?

gus aneu2 dijo...

¿Y ramblero? ¿también se denomina ramblero a aquel que ramblea?

gus aneu2 dijo...

Por cierto, que tengo expo en Madrid, aquí os dejo el cartel para que me promocioneis entre vuestros familiares y amigos. Gracias, gracias.
http://i244.photobucket.com/albums/gg3/gusaneu/WB_L.jpg

EL AVENTURERO dijo...

tambien existe en ingles? que curioso

oye, gus, que pincho en la direccion que has puesto pero no me sale nada

Anónimo dijo...

Picado por la coincidencia entre "to ramble" y ramblear me ha sorprendido lo diverso de sus orígenes.

Rambla viene del árabe "ramlah" (arena), y en castellano haría alusión al lecho por el que corren las aguas pluviales. Posiblemente estas zonas se acabarían convirtiendo en zonas de paseo y posteriormente en avenidas.

El término inglés "ramble" (pasear) proviene del término alemán "rammelen". Este me ha dejado estupefacto al ser una voz que se refiere al deambular de animales en celo, incluso una acepción posible es la de "copular con", vamos, un término bastante lúbrico.

Elucubrando un poco, ¿y si el origen estuviera en la voz latina ambulare (ambular)?. Un pequeño baile de letras y el paso de los siglos bien pudieran haber transformado la voz en rambla, aunque los expertos ni lo estimán, pero ... por comentarlo ...

Aventurero, intentaré ponerte accesible el enlace de gus: Pincha aquí

gus aneu2 dijo...

Gracias Judax, por tu asistencia y tu información ramblera.

EL AVENTURERO dijo...

oye, gus pues ya voy a intentar pasar a ver tu exposicion, que tengo que ir a amdrid esta semana

gus aneu2 dijo...

Pués llamame aventurero y quedamos para verla juntos y hablar de nuestras cosas ¿tienes mi teléfono, no?

EL AVENTURERO dijo...

no tengo tu telefono, gus, que perdi el movil. Pero yo conservo el mismo numero, mandame un mensaje o algo con tu numero

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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