viernes, 18 de diciembre de 2009

concuso de carteles


He hecho este cartel para el concurso de carteles de los Carnavales de Bilbao. Entre los 71 partcipantes han seleccionado seis para que se decida el ganador por votación popular. Como de costumbre no me he comido un torrao.
Entre esos seis no estaba el mio, que quedará para siempre en el olvido.

Y digo yo ¿esos seis preseleccionados son flojos o es que yo me ofusco y me ensaño con la competencia porque el mio no ha sido elegido? Abridme los ojos, amigos, decidme que cualquiera de esos seis es mejor que el churro malagueño que he presentado yo.

16 comentarios:

gus aneu2 dijo...

Desde luego, si es que no aprendes, no debistes de haber hecho alusión a ningún miembro del consistorio en el diseño del cartel, no les gusta.
Y, por otra parte, en estos tiempos que corren se lleva lo cursi y lo ñoño, el humor no se entiende, y estos carteles eson un claro ejemplo. Pero el de la semana grande es tuyo, seguro!

Judax dijo...

Como me duele eso de ser sincero, pero hay que serlo, así que ... vistos los seleccionados me siento estupefacto. Considero que "alguno" es molón, pero el del Aventurero tiene suficientes valores para haber desplazado a la mitad (como poco).

Esto de la cartelería sabes bien que es algo misterioso, así que no cejes en tu empeño. Más pronto que tarde se te desvelarán los arcanos indicando el camino correcto y arrasarás en un concurso tras otro.

A mi me gusta tu cartel, pero no me atrevo a asegurar que lo elegiría.

No pierdas la esperanza, el mundo acabará descubriendo tus valores y alzando tus obras a las cotas que correspondan.

cosmopolitana dijo...

Te han robado Aventurero! Pero es que el tuyo es demasiado bueno y ya has dicho no sé qué de voto popular, no?

Rain Dog dijo...

El cartel número 1 es el que más me gusta, y con diferencia. El suyo es el más original, demasiado seguramente para el paladar de ciertos especímenes. Pero estoy convencido de que podría figurar entre los seis candidatos sin que eso provocara que una turba de ciudadanos ofendidos arrasara el consistorio.

cosmopolitana dijo...

Estoy con Jokerman. el primero es el mejor.

Anónimo dijo...

lo siento aventurero pero no puedo decirte tal cosa. Si es por mí vas a seguir con los ojos cerrados.

Esto de los carteles de Bilbao empieza a ser un clásico de los horrores...

marina dijo...

el anónimo anterior soy yo, que cuando me cambio de sexo se me olvida firmar

Wendy Pan dijo...

querido Aventurero, es que eres demasiao profundo e intelestual para cosas tan mundanas

una amiga que te tere ucho, ucho

PD: tú cartel mola ktkagas

EL AVENTURERO dijo...

jo, ayer a la noche casualmente conocí a la chica que he hecho el cartel del camaleon, el nº 4, y debo reconocer que ahora la idea de poner un camaleon en un cartel de carnavales me parece buena

que flete soy

Anónimo dijo...

ola uxio soy lucia a galleguiña!
sinceramente a mi me gusta mucho mas el tuyo que los demas, pero yo no soy el jurado.
un beso enorme

Anónimo dijo...

ola uxio soy lucia a galleguiña!
sinceramente a mi me gusta mucho mas el tuyo que los demas, pero yo no soy el jurado.
un beso enorme

EL AVENTURERO dijo...

HOLA, LUCIA
FELICES FIESTAS!

Muskilda dijo...

Por cierto, que cuerpazo, el de la aventurera...(porque será ella, ¿no?. No te habrás atrevido a poner un cuerpo diferente, teniendo lo que tienes a tu vera, verita, vera).

El Licenciado... dijo...

Te ofuscas y te ensañas, aventurero. El cartel no me parece que refleje bien el sentir de unas fiestas populares. No transmite.

El Licenciado... dijo...

Te ofuscas y te ensañas, aventurero. El cartel no me parece que refleje bien el sentir de unas fiestas populares. No transmite.

El Fugitivo dijo...

Para mí, el tuyo es el séptimo mejor

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

Contribuyentes