ABU SIMBEL (1)
Para ir a Abu Simbel, hube de levantarme a las dos de la mañana, que no sé si es madrugar o trasnochar. Después de varias horas de viaje desde Asuán, escoltado por un convoy militar a través del desierto, llegué hasta ese paraje inolvidable, quizás lo más memorable del viaje a Egipto.
Es cierto, los templos de Abu Simbel representan el máximo esplendor de la obra monumental de Ramses II, el rey de reyes. Los colosos de más de 20 metros que jalonan la entrada sobrecogen el espíritu, y no menos los bajorrelieves de la batalla de kadesh que se conservan en el interior. Igualmente impresionante resulta el templo anexo, dedicado a la esposa favorita de Ramses II, Nefertari, “la bella entre las bellas”, la princesa nubia que vino de mas allá de la cuarta catarata.
Es cierto, el traslado de los templos de Abu Simbel en 1964, constituyó una obra tan faraónica como su construcción. Habida cuenta de que ambos templos, el de Ramses y el Nefertari, no están edificados, sino tallados y escavados directamente en la roca, fue necesario pelar el monte, trasladar todo el revestimiento y montarlo sobre una montaña de roca artificial, para salvarlos de la inundación de la presa de Asuan.
Todo eso es cierto. Pero lo que realmente hizo de la visita a Abu Simbel algo tan memorable fue la majestuosa presencia del Príncipe Txabi. No estoy hablando de una estatua sedente de algún heredero al trono egipcio, no. El príncipe Txabi es uno de mi pueblo que me encontré en Abu Simbel y al que, no sé porque, todos conocen por ese nombre, sin que se le pueda atribuir alta alcurnia ni parentesco con la realeza
“Auri, auri, auri, los de Basauri, los de Basauri. Auri, auri, auri, los de Basauri estamos aquí!” exclamamos ambos al unísono, fundiéndonos en fraternal abrazo.
El príncipe, Txabi, que este año ha decidido ir de vacaciones a Egipto en lugar de a la Rioja, muestra idéntico entusiasmo ante los colosos de Abu Simbel que ante un muro de hormigón armado. Y es que, aparte de ser uno de los promotores de las fiestas de San faustin y tener un vago parecido con jesulin de Ubrique, el príncipe Txabi destaca por ser uno de los egiptólogos menos cualificados del Gran Bilbao.
Tras un cordial intercambio de impresiones, cada uno debe seguir su camino. Me despido apenado del principe Txabi. “Pongame a los pies de su señora” le ruego.
5 comentarios:
VIVA SAN FAUSTÍN!!!!!!!!!
gora!!!
Aaaaaah! ya veo, los dos monigotes flipaos a los pies de los colosales colosos sois entonces vosotros, no?
Hay que ver ! Basta con irte por ahí lejos pa encontrarte con alguien tu pueblo, jejeje
Gora el aventureroooo !!
EL AVENTURERO RULES!!!
Por cierto, impresionante selección musical para uno de los lugares más impresionantes de Egipto... GLORIA AL GRAN ALI!
Un saludo, aventurero!
Un saludo, Gus!
Aupa isaac, guapa wendy,
GORA AVENTURERO!!!
Pues yo me encontré a un colega que conocí en Irlanda estudiando inglés en la entrada a la Esfinge.
Egipto: magia del encuentro ;-)
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