martes, 4 de diciembre de 2007

Aupa, txabales!


El premio Viviendas Municipales de Bilbao del 2007 ha recaido en la funcional y vanguardista arquitectura realizada por los "jovenazos" arquitectos del mismo Bilbao (como les calificó el alcalde de la villa) Miguel, Ramiro, Patxi y Ruben, los dos primeros ademas coautores, junto con el aventurero, de la publicación de culto Bilbotik Bilbora.

El premio se les ha otorgado por la construcción de unas viviendas sociales en el barrio de Rekalde, en una ubicación difícil, ya que el solar estaba situado en una antigua cantera, con un pronunciado desnivel en el terreno y limitado por la proximidad de la autopista.

Bueno, pues lo resolvieron de una manera integradora e innovadora, levantando cada elemento “como si fuera una roca de la cantera tallada, con vaciados pulidos que adaptan la edificación al entorno”, en palabras de los autores

Pues nada, vaya desde aquí mi felicitación a estos buenos profesionales y mejores amigos. Que sigan haciendo esta ciudad mas agradable, que sigan cosechando exitos y que sigan invitandonos a los lunch de celebración.

4 comentarios:

gus aneu2 dijo...

Aupa por eso jovenes.
Yo quie ver una Bilbotik Bilbora ¿es bilingüe?

Wendy Pan dijo...

Yo tamien quierooooooo !!!

Enhoraboina a Tutti Frutti !!
Felicidades a la SEÑO!
Besotes morrocotudos al Baji-venturero pinturero (otro pa mi Gus caballero-andante)y, y, y eso que os quiero mucho, como la trucha al trucho.

gus aneu2 dijo...

eres un cielo wendy, besito.

EL AVENTURERO dijo...

pues otro beso pa ti, wendy

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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