viernes, 28 de diciembre de 2007

Como Phileas Fog

Por fin me siento un auténtico aventurero.
No he querido revelarlo antes, pero ahora que ya tengo los visados ha llegado el momento de contaroslo: me voy a dar la vuelta al mundo.

Con la llegada del nuevo año partiré desde Algeciras hacia el este en un mercante armenio. Primera escala en el Pireo. Espero seguir embarcado hasta el mar Negro y desde alli , a través de Georgia y Kazajistan, seguiré por tierra hacia China, dios mediante. Y luego ya iremos viendo.
A diferencia de mi predecesor verniano, espero dedicarle a esta aventura no menos de ocho meses, regresando por el oeste, tal vez a principios del proximo otoño.

Os tendré al corriente, en la medida de lo posible, si voy encontrando cibercafes por mi camino.


5 comentarios:

Wendy Pan dijo...

Ojo, con los super-baches, casi mejor buscaté algo con 4 patas.
Esa ruta la siguieron en moto (o al menos lo intentaron) Ewan McGregor y su mejor amigo Charlie Boorman (el niño de la selva esmeralda XDDDD, que yo veo cara-de-Mortimer-total), y las pasaron canutas una vez llegados a los paises "del este", y ya no decir CHina y Mongolia...
No te subas mucho pal norte questamos enel winter, baby

Vete mejor por los tropiquillos...

Besos morrocotudos y espero que encuentres a tu paso ciber-sitios en los "idems" más insospechados.

Gata animada dijo...

Aventurero: me escama que hayas esperado a darnos esa noticia justo el día de lso inocentes...

Que las gatas somos muy listas.

¿Y qué vas a hacer con Flora?

¡Ahí te he pillao!

gus aneu2 dijo...

Acuerdate que tienes una cita el 17 en la capital de la mitad de castilla la joven y castilla la vieja.
Y cuando pases por Punta Arenas hazle una llamadita al capitán, que igual anda cerca.

EL AVENTURERO dijo...

no hay manera de engañar a una gata, está bien, solo era una burda inocentada, no pienso irme a dar la vuelta al mundo ni nada, sigo siendo un aventurero de pacotilla

Wendy Pan dijo...

...de pacotilla puede, pero Aventurero Morrocotudo SEGURO !!

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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