miércoles, 9 de mayo de 2007

La famiglia


En una sociedad como la siciliana los lazos familiares son de una relevancia trascendental. Por ello, a nadie extraña que en el acceso a la condición de funcionario publico se valoren sobre todo las relaciones de fraternidad y consanguinidad, en detrimento de otros criterios de selección, como la igualdad, mérito y capacidad.
Viene esto a santo de una curiosa contratación que ha salido recientemente a la luz: el ayuntamiento de Palermo ha contratado a 110 nuevos chóferes para los autobuses municipales. Ninguno de ellos tiene carné de conducir. Ni uno.
Parecía que el nepotismo humorístico había llegado a su punto álgido cuando el Gobierno regional de Sicilia contrató a 70 personas sólo para contar alcantarillas y casualmente todos eran parientes del alto cargo responsable del área, pero esto de los conductores ha conseguido superar el absurdo.

Così è Sicilia!

16 comentarios:

Jas dijo...

Vaya tela con los sicilianos!!! XD

Que pena que no aparezca por aquí aquella Bella Ragazza del blog de la Sra. ehhhh Bajito??

EL AVENTURERO dijo...

ah, bellisssima ragazza!
era siciliana, no?
a ver si lo lee y deja algun mensaje
y los demas que leeis tambien, a ver si os anumais a dejar un mensajito de vez en cuando, aunque solo sea un saludo y una firma, que me hace mucha ilusion

S dijo...

Pos dejo saludo y firma...

Hola Aventurero!!!
S

PS. Si algún día voy a Sicilia, no se si me voy a atrever a subir a un autobús...

Alorza dijo...

Aznar, ¿no será también siciliano? Lo digo porque tampoco parece darle mucha importancia a esos pequeños detalles como que el conductor tenga carnet, que conduzca a 200, o que se haya pimplado dos botellas de Vega Sicilia.

Anónimo dijo...

¡Uge!!! Enhorabuena por tu blog. Que sepas que aquellos que te hemos sufrido en alguno de tus rules, cerditos o no, vigilaremos para que la verdad salga siempre a la luz, querido cuentista, y se harán las correcciones y/o aclaraciones pertinentes. O al menos nuestra verdad.
Buen viaje, aventurero.

Teniente Colombo dijo...

Bueno, bueno, está como empatado... porque los 110 individuos estos fijo que saben conducir, por lo menos unos cuantos, pero... 70 tipejos para contar alcantarillas... manda coglioni

JoFz dijo...

Ah! la ragazza, con lo bien que os llevabais, voy a buscarla.

JoFz dijo...

Mejor escribele tú, no bajito:
http://www.sicilianbeauty.com/index.htm
charminglittlething@email.it
Agún día podiamos quedar y cambiar un dibujo por una foto ¿te gustaría?

Teniente Colombo dijo...

Gus eres el puto amo, ¿cómo has dado con eso???

JoFz dijo...

(echo vaho de mi aliento sobre las uñas y me las pulo sobre la solapa de la americana y con aire indiferente respondo)
Bah! sólo hago los deberes

Jas dijo...

El Tito Gus, es una caja de sorpresas ;-)

OOM-9 dijo...

hola bajito, cojonudos tus dibujos, tienes el blog con mas estilo de todos los que he visto y no es peloteo. en cuanto a lo de los sicilianos pos ya se a donde irme a trabajar de guaguero yo que no tengo carné de conducir XDDD

EL AVENTURERO dijo...

gracias, oom, ulp, s y los demas
vosotros si que sois los mejores

Alorza dijo...

He enlazado este post, desde aquí.

EnfermeraDeNoche dijo...

Y como los policías son sus primos no le caerá ninguna multa a nadie ¿no? :)

Aprendiendo... dijo...

Yo soy siciliana... aunque lleve 14 años en España. He descubierto tu blog sólo ahora, a través del blog de la Sra, y a saber si verás mi comentario...
En cualquier caso... el ejemplo es un poco bestia, pero... sí, la Sicilia é cosí. Purtroppo...

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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