miércoles, 16 de mayo de 2007

muertitos

El 1 de noviembre, dia de los muertos, se prepara un mole con chile mulato, chile ancho, chile chipotle, almendra, cacahuete, piña, platano, canela y chocolate. Hay que llevarlo muy caliente al cementerio, porque los muertos no pueden comer como nosotros, pero se beben el vaporcito

16 comentarios:

JoFz dijo...

Y tequila, no, que a los muertos también le deben de gustar los efluvios del tequilita.

Campanilla dijo...

Luego se pondran a bailar en plan "Thriller" de Michael Jackson.

Anónimo dijo...

¿Cómo se llama ese mole? ¿Mole poblana? Si es ese, lo comí hace dos meses. Y desde luego que no estoy tan delgado como el manito de la foto.

Anónimo dijo...

ey guey!! qué bonito!!! plas plas plas aplausos!!

me gusta mucho este dibujo, me recuerda 2 cosas:

- mi chinita pueblana con su falda roja y sus trenzas, que está conmigo desde la infancia

- un corto de animación que vimos en el festi de Basauri. Creo que era uno de los nominados en los últimos goyas, muy cachondo, con los muertitos bajo tierra peleando por una mujer, y cantando y bebiendo tequila...

plas plas plas plas!!!!

EL AVENTURERO dijo...

creo que es mole poblano, si. Lo inventaron unas monjas de puebla para agasajar al birrey que les visitaba. Tiene mas de 30 ingredientes.

De la china poblana tambien tengo un dibujo, marina. Otro dia te lo pongo con su historia

Jas dijo...

Yo coincido con Marina, me ha recordado a 2 cortometrajes de animación con plastilina, ahora no recuerdo los títulos pero los 2 se parecen mucho y tratan de lo mismo, lo bien que se lo pasan los muertos bajo tierra.

princess dijo...

El dia de muertos es mi festividad preferida, en mi cd se hace un desfile en el centro con carros alegoricos y gente vestida de la muerte, realmente muy lindo, pero el 1 de noviembre es del dia de todos los santos cuando van a llevar las ofrendas al panteon se adornas las tumbas con flores de cempasuchil, y el dia 2 que es el dia de muertos o de los fieles difuntos.

Jas dijo...

A ver si era este el corto al que hacía referencia Marina...

Hasta la muerte

Jas dijo...

O quizás fue este, que a mi me gusta mucho mas...

Hasta los huesos

Anónimo dijo...

hey jas!!! es el de hasta la muerte, sí. Qué gracia!!

en cuanto se me despiste el jefe me veo el otro, jeje

enganchón que me voy a pillar con este blog...

gracias, y un beso.

Jas dijo...

de nada Marina, un placer ilustrarte, pues a ver que te parece "Hasta los huesos", a mi me gusta mucho mas y es anterior al otro, "Hasta la muerte" esta muy claro que se "copio" un poco.

Nos vemos por aquí, un besote.

S dijo...

Me suenan mucho esos huesitos... y me encantan!

Anónimo dijo...

Pues te puedes hacer una camiseta con el dibujo , es tan lindo el amor de la pareja muertita... el aventurero seguro te dara su permiso y la sociedad general de autores todavia no se lleva tajada.

EL AVENTURERO dijo...

buena idea, puedes hacerte una camiseta con esos huesitos, con el consetimiento legal del autor.
Los demas no, eh? a ver si vais a montar un imperio vendiendo camisetas con mis dibujos y yo a verlas venir
Bueno, igual a sushi q tambien le doy permiso, ya veré

S dijo...

Me dejas? Mira que me la hago, eh?

EL AVENTURERO dijo...

claro, mujer, hazte una camiseta

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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