lunes, 28 de enero de 2008

IGLESIA DE SAN SERGIO Y SAN BACO


El emperador Justino I planeaba asesinar a Justiniano, su sobrino y heredero, cuando, en sueños se le aparecieron los santos Sergio y Baco, mártires y patronos del ejercito romano, intercediendo por la vida del sobrino. En agradecimiento Justiniano dedicó a estos santos una iglesia que sería el modelo que diez años mas tarde se seguiría para la construcción de Santa Sofía.

Tambien se le llama la mezquita de Hüseyin Aga, ya que bajo el ábside está enterrado el hombre que convirtió esta iglesia en mezquita, Hüseyin Aga, jefe de los eunucos negros de Bezayit II .


8 comentarios:

gus aneu2 dijo...

¿Que tal esa rodilla aventureto? Veo que no te impide llevarnos a Estambul, muchas gracias.
Pd.- te he visto en la página del teniente, me ha dado mucha envidia.

Wendy Pan dijo...

Viva el reciclaje!
Lo que no soporto de la historia es esa asquerosa manía que tenían nuestros abuelismos de arrasar to lo que pillaban...

Cómo va la pata chula?
Te imagino sobre la cubierta de La Perla Negra intercambiando aventuras con el capitán Sparrow (piratilla de moda).

rubén dijo...

¿No me digas que has conseguido entrar? Yo hice dos intentos con un intervalo de quince años, y las dos veces cerrada.

Aprendiendo... dijo...

He descubierto tu tag de Sicilia... te he dejado un comentario allí, pero es que el post es de hace casi un año... Por si algún dia vuelves allí, si te puedo ayudar, yo soy siciliana. De Siracusa concretamente.

Anónimo dijo...

¡San Baco! Qué bonito santo!

Aventurero, cómo andas? la muleta te queda muy elegante pero... se te echa de menos

Anónimo dijo...

San Sergio y San Baco ... molan esos santos (seguro que no lo fueron tanto)

EL AVENTURERO dijo...

hola, chicos
la rodilla mejor, gracias, se me ha baJADO LA HINXHAZON Y YA ANDO BASTANTE BIEN.

ruben, nosotros conseguimos entrar a la primera, aunque lo que nos costó bastate fue encontrarla

judax, grandes santos, si, uno sergio como tu y el otro baco como tu

aprendiendo, bienvenida, me gusto mucho tu ciudad, pronto pondre una entrada de siracusa dedicada a ti

Javier Adán dijo...

interesante tu blog. enhorabuena

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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