jueves, 3 de abril de 2008

Nos la han dado con queso!


Tantos años de mala gestión de la basura en Nápoles, han encontrado su guinda con la crisis de la mozzarella.

Las basuras esparcidas por el campo y la ciudad eran incineradas irresponsablemenete, provocando emisiones toxicas en la atmosfera.

Asi se han contaminado los pastos donde, ajenas a la amenaza, pacen tranquilamente las bufalas. Con la leche de esas bufalas se produce el queso mozzarella, del que se han encontrado partidas contaminadas con dioxinas por encima de los niveles admitidos.

En consecuencia se han cerrado las fronteras a la mozzarella, hasta que se demuestre que es apta para el consumo humano.

Pero como unicamente se paralizó la exportación y nosotros estabamos alli mismo, pudimos disfrutar de la mozzarella y ponernos ciegos a dioxinas. Partiendo de que lo que no mata engorda, confiamos en que las dioxinas no nos maten y nos hagan engordar un poquito mas.




11 comentarios:

gus aneu2 dijo...

Sí que eres hombre de palabra y nos reagalas una entrada de un tema de gran actualidad, veamos como evolucionan las mozarellotoxinas y la salud de las bufalas, y ya puestos yo te pediría alguna buena receta a base de mozarella que hayas aprendido en éste tu último viaje.

EL AVENTURERO dijo...

ahi va, gus

ensalada caprese: mozzarella, pomodoro, basilico, olio e acetto

Wendy Pan dijo...

...pero compadre, mejor en cristiano que los no ilustrados se quedarán con las ganas sin saberlo aaaaaaaaaaaaaaaaaaagaaaaaaaagg! (toy igualito que Homer frente a cualquier cosa comestible).

Mozzarella de verdad aaaaaaaaaaaaaaaaaaagaaaaaaaaaaghagg!!

EL AVENTURERO dijo...

vale, para los no ilustrados:

ensalada caprese: mozzarella, tomate, albahaca, aceite y vinagre y a chuparse los dedos

M.R dijo...

ay que susto lo de las dioxinas...y lo que no sabemos , o no se hace publico nunca...vivir da miedo a veces!
baji, besicos!

Tom Hagen dijo...

Me veo los titulares: las búfalas locas. Impresionante O.o

------ dijo...

...ya decía yo que Búfalo Will perdía queso...

gus aneu2 dijo...

Se ve que se le caía al pozo

Wendy Pan dijo...

Y ellos dale con la vaca-burra, pero probad la ricetta porca miseria!

Aprendiendo... dijo...

No creo que pueda imaginarme mi vida sin mozzarella.... le pondré una vela a San Antonio (es patron de los cocineros, no?) a ver si soluciona el problema... :(

Monica dijo...

desde que vivo en uno de los apartamentos en buenos aires que vivo a base de queso.. en mi pais no era tan rico, asi que aprovecho! es raro porque la gente prefiere la carne

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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