martes, 29 de abril de 2008

TOTÓ

Si hay algun personaje por el que los napolitanos sientan verdadera fascinación ese es Totó: su imagen se repite en la trattorias, en las tabernas, en las tiendas. Tributo incontestable de la ciudad a su mas complejo histrión.

El gran
Totó -lacónico nombre artístico para un nombre real con auténtica opulencia napolitana: Antonio de Curtis-Gagliardi Griffo- actor, poeta, escritor, compositor, popular y aristocrata, Totó llegó a interpretar casi 100 películas, creando presonajes inolvidables.

Su personalidad magnética y su pintoresco estilo hicieron de Totó una estrella absoluta, una especie de divo natural, inevitable.


Trabajó para los nombres más destacados del cine italiano, como Vittorio de Sica , Pier Paolo Pasolini, Mario Monicelli o Roberto Rossellini.



8 comentarios:

gus aneu2 dijo...

Aqui, y en el sur, tuvimos a Espartaco Santoni, fanfarrón, taxista, gigolo, estafador, actor y tabernero (ahora se dice empresario hostelero) Toto parece más simpático.

EL AVENTURERO dijo...

hola, gus, puestos a buscar parecidos tendria mas que ver con Paco Martinez soria, que se inspiró en un personaje de Toto para crear el del paleto espabilado, al que todos ceen darsela con queso pero que al final se sale con la suya.

por cierto el dibujo no ha salido muy parecido, se parece mas a buñuel que a totó

Wendy Pan dijo...

Sí que se parece lechesmaricarmen!
Y semejante barbilla solamente equilibra tremenda napies napies (por lo de sapies bis).

gus aneu2 dijo...

Capitán, te echo de menos por plutón, pásate por allí también.
http://plutonbrbnero.blogspot.com/

Anónimo dijo...

caro padrino, es que mi espiritu gregario esta con las pymes y no en el rastacuerismo de las multinacionales (aunque reconozco que la beodez de la chafalonia me hace reir).
cuando virgilo sea una sequoia 100000, buscare otro tronco para ser pipi.

gus aneu2 dijo...

Ya falta poco para los 100000, cuando pase deja miguitas capitán.
¿Paco mtnez Soria hizo alguna vez un papel que no fuera así?

Anónimo dijo...

pan? cualquiera puede cargar en los bolsillos padrino; piedras solo unos pocos.
al mundo le sobran capitanes y le faltan padrinos Gus.

gus aneu2 dijo...

Palabras para enmarcar. Un honor.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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