jueves, 24 de abril de 2008

smorfia

La reconocida superstición de los napolitanos encuentra uno de sus reflejos mas llamativos en el uso de la llamada “Smorfia” , que es una recopilación de interpretaciones de sueños, traducidos en números, para ser jugados en la lotería.

El origen de la Smorfia (de Morfeo, Dios del sueño) parece que se encuentra en la tradición cabalística judía, según la cual a toda letra, palabra o número le corresponde un significado oculto. El mundo como tal no es más que un conjunto de señales esperando ser codificado.

Lo cierto es que desde el período bizantino hasta nuestros días la smorfia ha servido a los napolitanos tanto para interpretar sus sueños, como para probar suerte en una especie de juego de azar con premios en metálico, demostrando una vez mas su maestría en combinar lo misterioso y lo cotidiano.





1 Il Maschio 2 L'amore 3 Il malanno 4 Il piacere 5 La mano 6 Lo specchio 7 Le corna 8 Il petto delle donne 9 La rabbia 10 Il cannone 11 Gli imbrogli ati 12 I Soldati 13 Il bellimbusto 14 I cornuti 15 Fidarsi 15 Fidarsi 16 L'asino 17 La disgrazia 18 La tradizione 19 Arrossire 20 Le feste 20 Le feste 21 La donna 22 Il parroco 23 La suocera 24 Gli occhi 25 Il natale 26 I maccheroni 27 Il carceriere 28 Il matrimonio 29 Le castagne 30 Lo sciocco 31 La scopa 32 La gelosia 33 Gli anni di Cristo 34 L'adulterio 35 La gobba36 La Testa 37 Il frate 38 La folla 39 La smorfia 40 La Pelle 41 Buffone 42 I pidocchi 43 La gioia 44 L'inganno 45 I pazzi 45 46 La serenata 47 Il morto che parla 48 La castità 49 Lo sforzo 50 Il panel 51 La gabbia 52 I muscoli 53 L'acquavite 54 Le bastonate 55 La salute 56 La caduta 57 I vizi 58 La calugna 59 La casa 60 La Lite 61 Il ghiottone 62 I Complimenti 63 La carovana 64 Le toppe 65 La pancia 66 Il successo 67 La pettegola 6768 La minestra 69 L'elemosina 70 La Sorpresa 71 La novità 72 La virilità 73 Il cappone 74 Il vagabondo 75 Il tempo bello 76 La chiave 77 Le gambe 78 L'ubriaco 79 Le frittelle 80 La Bocca 81 Il bordello 82 L'onore 83 La coscienza 84 La Chiesa 85 L'anima 86 Min spiantato 87 Il palato 88 Trafficare 89 L'invidia 90 La paura

9 comentarios:

gus aneu2 dijo...

me pido el 75

EL AVENTURERO dijo...

yo el 41

gus aneu2 dijo...

Y una del 77 a la 79 per la 80.

Wendy Pan dijo...

Mucho 4, mucho 20 y mucho, pero que mucho 2, gracias!

Al final va a parecer esto un colmado: " póngame cuarto y mitad del número ese" XDDDD

gus aneu2 dijo...

25000 visitas. No están mal los números.

Anónimo dijo...

padrino, si alguien dijo que hacia falta un somaten, aqui virgilio lo tiene y tendra que pasar a la fase 2 antes que nos escaqueemos con tantos melindres alfanumericos.

Anónimo dijo...

y figurate que a tu registro 409, el fervor religioso del albur me ha enjaretado un 904: creer o reventar con este 7mo comentario. fiat justitia, pereat mundus.

gus aneu2 dijo...

Pobre mundo que primero descubrió los números y después la justicia, un saludo capitan,.

Anónimo dijo...

querido padrino que el apostol h. ya lo decia: no hay mas elementos que el hombre y solo puede ser dividido por su capacidad o simpatia. comamos el pollo de asclepio, con un panache archimboldo a la sal, que when the going gets tough ... the tough get going.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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