viernes, 16 de noviembre de 2007

IGREJIA DO CARMO

En 1768 se inició la construcción de la iglesia do Carmo, junto a la iglesia de los frailes carmelitas, ya establecidos aquí en el siglo XVI.

Como una era de frailes y otra de monjas, el obispado decidió que ambas iglesias no podían estar pared con pared, acaso para evitar que las novicias hiciesen un butrón en el muro medianero en pos de algún monje lujurioso, así que se dejó un hueco de aproximadamente un metro entre ambos edificios.


Muchos años mas tarde, es ese hueco se edificó una vivienda, la mas estrecha de Oporto.

6 comentarios:

gus aneu2 dijo...

Qué despiste, yo pensando en la de Lisboa y diciendo "si allí no hay nada ala lado"
Oporto, claro.
Que pensará el capitán de que estés tan seguro de que eran las monjas las que se aventurarían al butrón, pensará como yo que ya nos explicarás de donde te viene tal conocimiento de la psicología femenina.

gus aneu2 dijo...

Ah! y ya se podía pasar por aqui esa señora tan popular ahora que ha vuelto a la blogeografía, aunque claro tan mayor igual se marea en los viajes en avión y barco ;-)

Anónimo dijo...

virgilio, que me habia juramentado compartir tu espiritu melomano en proxima cronica y que se ta ha dado por tomar voto de silencio. salvese quien pueda!! y espero sobre el iceberg a closing time.


padrino lo que se dice pensar, no se, intuyo que el crapula de ricardo montalvan muchos siglos mas tarde, nos ha tirado este anzuelo encarnando con el trillado afan voyeurista de los inquilinos de la mentada salchicha de oporto.
del devenir de las monjitas y respecto a lo que su yo piensa, a fe mia que sobre la triple mascara hay un gorro tejido de misogenia, porque lanzar botellas al mar y no escribir sobre las tetas (el mas excelso atributo femenino) a mi no me deja pensar.

postjordan.

Jas dijo...

Muy buenas Bajito, Gus & Co., qué tal?...hacía tiempo que no te escribía nada por aquí...últimamente he estado muy liado y aún lo estoy, la verdad.
En esa casita de la que hablas bien podría vivir Frodo, al cual tuvimos la suerte de conocer ayer de la mano de la Sra., realmente tiene tamaño de hobbit y unos ojos que quitan el sentido, un gran chico y la novia un encanto y no veas como aporrea el bombo en el grupo al que pertenece, hacen una música muy bailonga y pachanguera, a su estilo claro.

Blogabrazos!!

P.D.: Uge tranquilo, me dijo la Sra. que no te colgará de los "güevos" por lo que tu ya sabes, no problem!!

Wendy Pan dijo...

A lo mejor le cuelgo yo por la "machistada" esa que ha soltao sobre las novicias, aiiiins menos mal que no te tenía a tiro sino te tiemblan las orejas...

Te perdono porque tú también tienes un par de ojos que quitan el sentío

EL AVENTURERO dijo...

no te pongas asi wendy, quizas fueran los monjes los que pretendian atravesar el muro, pero yo desde este mundo de fantasia e ilusion en el que habito, prefiero imaginarlo al reves

jas, ya he visto las fotos que os habeis hecho con elijah, todos muy favorecidos aunque echo en falta alguna de pam

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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