miércoles, 28 de noviembre de 2007

Ixtapa-Zihuatanejo

Fue Zihuatanejo quizás el primer destino turístico prehispánico de México.
Cuenta la historia que, desde la lejana Morelia, se desplazaba hasta aquí el monarca tarasco Caltzontzin (se llamaba así, no me lo he inventado yo. Caltzontzin = "El que gobierna incontables casas".) Caltzontzin venía aquí cada verano con sus esposas y concubinas a disfrutar del mar, la arena y el sol.


Seguramente el nombre de Zihuatanejo deriva de estas excursiones del Rey con sus esposas, ya que la palabra Cihuatlan significa en nahuatl "lugar de mujeres".

A partir del siglo XVI, esta Bahía ofreció refugio a varios piratas que surcaban el pacífico, como sir Francis Drake. Aquí encontraron un escondite perfecto desde donde organizaban los ataques a las flotas de la Armada Española y a los galeones mercantes de la próspera ruta comercial de México a las Filipinas.


7 comentarios:

Wendy Pan dijo...

Puts ingleses, siempre han sido unos chorizos !!

Me gusta más lo de Calzhonzhillo's place XDDD, vamos américa en versión original.., aiiiins tenía que ser precioso, sin chiringuitos, ni hotelámenes plantaos por allí en medio: precioso, precioso, precioso.
No en vano son los lugares incomparables donde solían ir las tortugas marinas a poner sus preciados y preciosos huevos (futuras preciosisdades en miniatura)...

gus aneu2 dijo...

Los ingleses no inventaron nada querida Wendy:
http://www.mgar.net/var/corso.htm
"Una fiebre de piratería esclavista legal se apoderó de catalanes, valencianos y mallorquines, produciendo enormes beneficios a corto plazo, pero contribuyendo a la decadencia económica catalana a la larga"
es lo que tiene la historia, que da más que de sobra para repartir.

gus aneu2 dijo...

Por cierto, aventurero, aunque se te ve muy bien ahí departiendo con el mesero ¿donde andaba la aventurera?

Anónimo dijo...

despues de eclesiastes 7-29, no se ha podido agregar nada en los ultimos 2000 años.

virgilio, en el vaso de vino esta la historia de los pueblos de Dios y junto a tu mano -en la viñeta- esta una historia que es mejor olvidar (la bastardia del alcohol de grano). ¡antropomorfo hereje, coge tu vaso! ¡no lo muestres! ¡ocultalo! que es fruto de la deshonra.

joder padrino, que la egregia herencia goda, arranca con pedro y el lobo.

EL AVENTURERO dijo...

es que en esa epoca la aventurera todavia no lo era

que te pasa, filcar, no te gustan los cokteles?

Unknown dijo...

...yo estaba pensando más en los museos, como el "british" que de british no tiene nada, al menos por dentro.
Además cual es el reino actual más rico (de tanto que ha robao SIEMPRE), no le quita delito que los españoles fuese gilipollas por una vez en su vida...

Anónimo dijo...

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amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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