jueves, 29 de noviembre de 2007

Bestiarium zihuatanensis

He aquí algunos animalillos que nos encontramos paseando por las playas de Zihuatanejo:

1.Un simpatico pelicano: se llamaba Pancho y lo tenian medio acogido en una especie de centro de atención a bichos. Solo comía peces vivos. Si se los daban muertos no los queria.


2. Una serpiente muy venenosa que reptaba por la orilla. Cuando entraban las olas quedaba oculta bajo el agua y la espuma y no la pisamos de milagro.

3. Un pez-globo. Estaba muerto en la arena y de lejos parecia un coco, y es que cuando se ve en peligro el pez globo toma agua y se infla, hasta que su tamaño impide que el atacante pueda tragarlo. He oido cosas terribles de este pez. Parece que genera una toxina conocida como tetrogodina
que paraliza el sistema nervioso. Dicen que los zombis de Haiti, los muertos vivientes, eran pobres hombres a los inoculaban este veneno para convertirlos en esclavos en las plantaciones.
Pese a su toxicidad la carne de este pez es apreciada en Japón
, donde se prepara un plato llamado fugu, y para cocinarlo se requiere que los cocineros tengan una autorización especial entregada por una Escuela de Gastronomía que certifique su habilidad y conocimientos.

4. El tlacuache, una rata enorme, del tamaño de un gato grande, que corretea a la noche por las calles del pueblo. A pesar de su desagradable aspecto y su fuerte olor, algunos pobladores de la región lo incluyen dentro de su dieta alimenticia.

8 comentarios:

isaac dijo...

Menudas patas que se gasta la ratita esa, eh? parece un perro por Tutatis!

Y lo de la serpiente, joer... la de románticos paseos a la orilla del mar que posiblemente hayan tenido un final algo más trágico que una discusión amorosa

EL AVENTURERO dijo...

BUENO, NO SÉ SI LA SERPIENTE SERIA TAN VENENOSA PERO TENIA UNA PINTA MUY CHUNGA

Anónimo dijo...

y no visteis por allí a Tim Robins y Morgan Freeman? porque allí terminaban sus días de cadena perpetua, no?

ay! películas, películas... por qué estaré yo pensando en películas?

EL AVENTURERO dijo...

Efectivamente, acaban en zihuatanejo. Tenian un tesoro por ahi escondido o algo

Unknown dijo...

Sí, sí, necesitan un certificado esos cocineros por que hay que ser un experto y "cortar adecuadamente" ese pescado para que no te de el telele si lo comes (te puedes morir y to).
En cuanto a las ratas me recuerdan a las de LA PRINCESA PROMETIDA...


...quién ha hablado de películas?
he oido una voz, o ha sido mi imaginación? luz-de-gas, luz-de-gas, de qué me suena eso?...

gus aneu2 dijo...

Lo del pez globo me recuerda a un capitulo de los simpso en el que hummer piensa que va a morir por la ingesta del pescado de marras y le da a burt tres frase para tiunfar en la vida:
Que gran idea jefe
Si yo no estaba allí
Dí que yo no he sido
O algo así, mi memoria podría viajar en la patita de una paloma, en fin.

Wendy Pan dijo...

Aaaaaah !!
Esa tal susana soy yo ditaseaaaa, me se coló el mail del curso de infraumática...

princess dijo...

Aventurero:
Pero que sorpresa mas grande has estado hablando de mi pais y yo perdida entre numeros ni cuenta me habia dado, :( pero ahora cuentas de lugares donde no he estado jajajaja asi que solo aportare mi admiracion y este humilde comentario.
Saludos

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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