Grandes momentos en la capital del reino.
Pudimos disfrutar en el estreno de Los crímenes de Oxford, saludar a Frodo Bolson, platicar con la flor y nata del blogerismo interprovincial y tomarnos unos cubatones por la patilla en local climatizado.
Aparte de eso fuimos a ver un prescindible sainetillo con Nuria Espert en el Teatro Español, tomamos vermuth con sifon en Chueca (en un bar que por lo visto le dicen El comunista, aunque en la puerta solo pone Venta de Vinos) y comimos bocadillo de calamares en la plaza Mayor, chocolate con porras en Chamberí, y donner kebab en Lavapies.
En resumen, un fin de semana mas casta que Samy Davis jr. y mas castizo que la violetera
amica veritas, sed magis amicus plauto
Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.
En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.
Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.
Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.
Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.
En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.
Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.
Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.
Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.
7 comentarios:
Un fin de semana intenso por lo que veo, yo al día siguiente de la fiesta madrugón pa estudiar, pero bueno, espero aprobarlo todo de una vez para poder hacer viajes morrocotudos como usted.
un abrazo!
Pos yo al principio lo mismo, al día siguiente fue mejicano en Chueca, cena-post-resacón con sorpresa camisetera jajajaja
El sabado sorpresivo-atraco al Fnac & Company (esta vez nostuviste), eso si arratrando los pies. Y el domingo rastro (arrastrando aún más los pies) y LA BELLA Y LA BESTIA, fue genial, sobre todo parlotear después con la BESTIA jajajajaja
PD: la BESTIA es mi amigo ;)
Yo quiero más crónica, esta me ha sabido a poca.
Aqui te dejo unas escenas por si ye quieres inspirar en las que incluso te aventuras en una de ellas.
http://s244.photobucket.com/
albums/gg3/gusaneu/
Me alegro viajero-bajito, solo siento no haber podido compartirlo con vosotros... pronto me olvidareis! Aunque estoy con Gus, poca crónica es esta!
Ale, besotes!
Jo, me consideras flor y nata...qué grande eres bajito ^^.
os sabe a poco la crónica? bueno, pues no sé, tambien vimos la casa de tocame roque y la calle de vaLGAME DIOS.
S, como nos vamos a olvidar de ti con lo buenos ratos que hemos pasado!
ya estas en dublin?
Pásate por mi blog, aventurero, que hay foto-leyenda. Un abrazo.
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