martes, 5 de febrero de 2008

Catania y Santa Agueda

Hoy 5 de febrero se celebra el día de Santa Agueda, festividad con gran tradicion en mi tierra. Se celebran romerías y la vispera salen los coros por las calles de Euskal herria a cantar las coplas de la santa, pertrechados con palos y farolillos.

Segun las crónicas hagiográficas, Santa Agueda (o santa Agata) fue una joven siciliana del sigloI III, a la que un libidinoso gobernador romano llamado Quintianus convirtió en martir al someterle a diversas lindezas como amputarle los pechos

La celebración de Santa Águeda enlaza con el culto a Isis y con las antiguas Matronalia romanas, fiestas dedicadas a propiciar la fertilidad de las matronas, en honor de Juno Lucina, divinidad de los partos y de la abundante lactancia. Es patrona (matrona?) de las enfermeras y quiza tambien patrona de las matronas, o matrona de las patronas... que lio

Otros poderes de Santa Águeda son los de preservar contra incendios y erupciones volcánicas. Se dice que en el año 250, su intercesión logró detener la lava del Etna a las puertas de su Catania natal.

Precisamente en Catania, frente a la catedral de santa Agata, nos encontramos con un singular monumento en su honor: la Fuente del Elefante, símbolo de la ciudad, proyectada por Gian Battista Vaccarini. Entre el fuste inferior, con ángeles y bajo relieves, y el obelisco egipcio que corona el monumento, el autor colocó un elefante de roca volcánica de la época romana, conocido comúnmente como "il Liotru", nombre procedente de un cierto nigromante pagano de tiempos bizantinos, Eliodoro-Liotru, que cabalgó sobre el elefante para enfrentarse al obispo de Catania.



7 comentarios:

Wendy Pan dijo...

Lo ves?!
Hombres, hombres y más hombres, y la pobre SAnta Agueda mutilada por quitamé allá esas babas, señor romano.

No, si va a tener razón Puccini, en Suor Angelica es todo la virgen por aquí, la virgen por allá.
La virgen, qué panorama!!

Anónimo dijo...

Hay otro elefantino con su obelisco a cuestas en la Piazza Minerva en roma. Fue diseñado por Bernini y el obelisco es el mas pequeño de la ciudad, mide 5,47 m. y es de marmol rojizo.
No sé si habrá más elefantinos por ahí, pero eso nos lo puede aclarar el aventurero que quizá se haya topado con algún otro en sus viajes por lo largo y ancho de este mundo.

EL AVENTURERO dijo...

Teneis razón, santo padre, parece que vaccarini se inspiró en la fuente de la piazza minerva para hacer la suya, aunque ñla estatua del elefante es mucho mas antiguo, de la epoca de las luchas contra los cartagineses

wendy, tu lo has dicho, la virgen que panorama

Anónimo dijo...

Pyes esta bien el comentario sobre Santa ägueda... pero parece incompleto, no habia algo ligado a todo esto, de una gran hazaña de un individuo que hizo a nado, a varias millas de la costa, a unas rocas que eran las lagrimas de polifemo o algo asi?

EL AVENTURERO dijo...

bueno, en efecto, justo es reconocerlo puesto que asi sucedió: el tal j desafiando al bravío temporal nado a traves del mar tirreno hasta llegar a las rocas de acci trezzo, aunque no eran lagrimas de polifemo, sino proyectiles que le habia lanzado a ulises

http://viajesmorrocotudos.blogspot.com/2007/04/odisea.html

Aprendiendo... dijo...

Pues no sé si habrás leido la prensa italiana, pero ha saltado un escándalo en relación a las fiestas de Sant'Agata, que son las megafiestas de Catania (lógico), porque por lo visto la mafia metia mano allí también... Ni los santos se salvan, vamos. Lo dicho, qué panorama...

EL AVENTURERO dijo...

jo, aprendiendo, acabo de leer la noticia y me ha encantado


la procesion se paraba debajo de los balcones de los capos mafiosos como señal de reconocimiento... que fuerte!


http://www.terra.com/noticias/articulo/html/act1121097.htm

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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